La que pasó fue una semana diferente, triste, diríamos. Ocurrieron cosas que nos impactaron en la familia y en nuestro entorno. Perdimos a un amigo que conocimos cuando éramos jóvenes. Trabajamos en esta casa llenos de sueños e ilusiones. Él cumplió muchas y se fue en paz.
Se llamaba Jesús Castañeda Medrano, y por su complexión delgada le decíamos "El Flaco". Siempre alegre, optimista, se convirtió en uno de los mejores basquetbolistas que han dado estas semidesérticas tierras. Era alegre, bromista y lleno de afecto hacia sus seres queridos.
Había que verlo en la cancha de cemento gris, fiero e incómodo de la Escuela del Centenario. Se desplazaba como en cámara lenta rumbo a la canasta y todo lo encestaba. Pero lo mejor de él eran los tiros libres, donde llegó a ser campeón nacional para orgullo de esta tierra.
Joven aún lo atrapó la diabetes. Fue su gran enemigo y el que lo fue apartando de todo lo que amaba, especialmente el deporte. Pero nunca se dio por vencido, ni cuando empezaron a amputarle, primero una pierna y luego la otra. Afuera de su casa platicaba y hacía planes.
Y por estos días nos llegó el mensaje de Gabriel García Márquez, enfermo y despidiéndose que dice: Si Dios por un instante se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo para dar el valor a las cosas, no por lo que valen sino por lo que significan.
A los hombres les probaría lo equivocados que están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. Dormiría poco y soñaría más. Andaría cuando los demás se detienen y despertaría cuando los demás duermen... Esta que pasó fue una semana triste, y diferente.
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