Ojalá lo entienda. Ojalá que Rubén Omar Romano vea que no estará esta tarde disputando un partido más en su irregular carrera como técnico, sino el encuentro que le puede ir abriendo las puertas de esta nueva etapa exitosa que tanto soñó después de retirarse como jugador.
Y es que las cosas se han colocado a modo de terminarlas bien, siempre y cuando haya el planteamiento idóneo para enfrentar a unos Pumas que en CU después de cantar su himno lucen como verdaderos demonios ante su rival, y eso apenas el silbante hace sonar su ocarina.
Esa ventaja lograda en el nuevo Corona debe ampliarse, porque recibiendo un gol todo empezaría a complicarse. Eso lo sabe bien el centurión, Oswaldo y demás verdiblancos. Así que nada de poner el camión atrás sino mandar a la guerra a todos, incluyendo los mismos defensores.
Para ello se requerirá el esfuerzo colectivo, y poner mucha atención en evitar las tarjetas, porque Pumas, con su largo colmillo, puede impresionar al silbante, como lo ha hecho varias veces el mismo Juan Francisco Palencia, el de las uñas negras, con muchos años en el medio.
Las tarjetas hay que evitarlas, porque podrían afectar más de lo imaginable. Además, hay que aprovechar la confianza que muestran en cada entrevista los Pumas, que como buenos capitalinos, piensan que México termina en Cuautitlán o en la calzada Vallejo.
Es el tiempo ideal, señor Rubén Omar Romano, para que muestre avances notorios en su carrera de técnico, y queden atrás tantos fracasos con otros equipos. Santos le ha puesto la mesa para que se sirva y triunfe y para que aquí la afición, con la que no se ha acercado, lo pueda aceptar cabalmente.
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