Cuando un equipo, de cualquier categoría, tiene un arranque espectacular, en las primeras tres jornadas sus seguidores toman el cordel del badajo de la campana y empiezan a hacer sonar fuerte los bronces. No debe ser el caso en este momento en Santos Laguna.
Porque el camino apenas comienza, y es largo. Faltan 14 fechas y en ellas hay muchos abrojos, muchos enemigos agazapados, que ya han estado estudiando con detenimiento cómo se mueven los de la media cancha y sobre todo los defensas, especialmente cuando desprotegen a Oswaldo.
Franco Faustino Arizala, el colombiano, encontró de pronto ese descuido y ahí va solito en busca del primer gol tuzo, aprovechando el descuido defensivo, pero Oswaldo, con un colmillo tan grande o mayor que el de Miguel Calero, salió a su encuentro y le impidió la anotación.
Hérculez Gómez en lo poco que estuvo también creó peligros y Edy Germán Brambila, el de Tepic, ha de estar lamentándose de no haber aprovechado los descuidos defensivos laguneros. Y ahí hasta el mismo Guillermo Rivarola estará reclamándole sus fallas.
Santos está muy bien a la ofensiva, porque sus delanteros no sólo atacan, sino que además, por la condición física que tienen, pueden ayudar en la defensa, como lo hacen Benítez y el mismo Darwin Quintero, que empieza a ponerse las pilas y a conocer por fin el juego de conjunto.
Además, qué importante ha sido el reencuentro de Fernando Arce con el balón. Rubén Omar Romano y el mismo Chava Reyes han de haber trabajado aparte con él recordándole lo que ya sabía y agregándole las cosas nuevas de la época del Centurión Romano. En fin, ahí vamos, pero sin repicar campanas.
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