Durante nuestra estancia en Sudáfrica, uno de nuestros acompañantes lo era el señor Francisco Bernat, presidente del Puebla. Siempre solitario, triste, de aspecto enfermizo, no tenía mucho contacto con los demás viajeros, casi solamente con sus familiares.
Ramón Sotomayor, nuestro compañero de viaje, estaba impresionado por la frecuencia con que se atendía a Bernat, sobre todo con vacunas que le administraban en los lugares por donde íbamos. Y nos decía: "Este señor de verdad ama el futbol para andar acá, tan enfermo".
Por ello nos impactó cuando supimos que esta semana lo internaron en el Reclusorio Norte, del que salió al entregar sus acciones a Ricardo Henaine, que ahora se convierte en el accionista mayoritario de la franja. Por lo pronto, José L. Sánchez Solá dice que se va, pues odia a Henaine.
Las relaciones entre Henaine y el "Chelís" no eran buenas, y además Henaine es un tipo temperamental, castigado por el futbol mexicano por sus arrebatos, y será hasta finales de septiembre cuando pueda reaparecer en las canchas después de un año de castigo.
El señor Bernat se ve un hombre tranquilo, taciturno, pero dicen se fue grande con las regalías que deja el futbol y ahí es donde apareció la demanda que lo llevó a la cárcel. Su familia se ve que lo cuida, lo apapacha y debe estar también sufriendo con lo que ha ocurrido.
Y es que el futbol es muy bonito y apasionante, pero necesita una mina detrás para sostenerlo, especialmente si se trata de equipos mayores. Recordamos a Salvador Necochea cuando compró al Santos, tuvo que recurrir a más socios para sacarlo adelante.
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