Muchos amaneceres, cuando los laguneros apenas se preparan para empezar un nuevo día, lo vivimos en Santa Rita, esa propiedad que tuvo Santos Laguna en las afueras de Gómez Palacio. Donde hizo su cuartel general, preparando a sus equipos para triunfar.
Y ahí cerca de nosotros Mauricio Peña, un hombre joven que había llegado a la Comarca para tomar la estafeta que le dejara don Andrés Prieto en la dirección de las fuerzas básicas. A Mauricio lo caracterizó siempre su disposición por atender al prójimo.
Ese prójimo en el que estaban niños y jóvenes que llegaban con sueños e ilusiones, preparadores físicos, entrenadores surgidos de la misma cantera y nosotros también. A su llegada Mauricio nos habló de lo que anhelaba para cumplir al cien por ciento su tarea.
Sabía que don Andrés le había dejado buenos cimientos, pero Peña Almada traía lo último en lo que se necesitaba para formar buenos futbolistas. Lo había aprendido sobre todo de las técnicas españolas, tan reconocidas en todas partes y que han dado muchos frutos por doquier.
No pasó mucho tiempo para que supiéramos de los primeros logros, pues con Mauricio al frente, equipos juveniles de Santos se fueron a torneos internacionales, lo mismo a Argentina que a Europa o la Unión Americana y de allá nos empezaron a traer satisfacciones.
Un día Mauricio ya no apareció en Santa Rita y supimos que trabajaba en Querétaro. Hoy sabemos que su salud está en serio quebranto y que se requiere ir en su apoyo. Seguramente el pueblo lagunero, al que tanto sirvió, sabrá corresponder brindándole ese respaldo que hoy urge para el gran Mau.
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