Quienes lo visitan en Querétaro, a donde cambió su residencia en los últimos años, dicen que Mauricio Peña Almada, que fuera hasta hace poco el encargado de las fuerzas básicas del Santos Laguna, conserva la tranquilidad y la esperanza, no se considera abandonado pues tiene una gran familia.
Magda, su esposa, que tan encariñada estaba con la Comarca, está siempre a su lado y con frecuencia recibe la visita de los amigos que Mau dejó, especialmente en el equipo de Pumas, donde jugó de medio volante con aquella camiseta que lucía siempre el número 12.
Su mal es llamado Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), conocida también como el síndrome de Lou Gehrig, aquel famoso beisbolista norteamericano sorprendido por el mal degenerativo muscular, que también ha causado daño a otros deportistas famosos.
Es admirable la fortaleza que dicen muestra Mauricio, hombre de apenas 50 años de edad, a quien, como decíamos ayer, tratamos muchas mañanas en Santa Rita, entusiasmado siempre en los resultados que iba teniendo con los jóvenes a su cargo.
Veíamos ayer en una revista capitalina una fotografía donde aparece Mauricio en la cama de su casa, junto a algunos aparatos que ya le sirven para respirar mejor, y se habla de que perdió ya los movimientos de piernas y brazos, va perdiendo el habla pero permanece en sus cinco sentidos.
Ojalá el respaldo económico que organiza aquí el Club Santos Laguna entre los aficionados tenga eco. Mauricio no pide nada, él sabe que la generosidad para estos casos debe surgir espontánea, y por ello confiamos en que todos sepamos acudir en apoyo del amigo en desgracia.
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