Un día, don Andrés Prieto, que había empezado a organizar el trabajo de las fuerzas básicas del Santos Laguna, vino a nuestras oficinas a despedirse. Regresaba a su natal Chile después de poner los cimientos de un trabajo que por fin entraba de lleno en los programas de todos los clubes mexicanos.
A los pocos días nos fue presentado Mauricio Peña Almada, a quien recordábamos como volante de Pumas, aguerrido, luchón y muy profesional. En la primera plática que con él tuvimos, nos habló de lo que había aprendido para formar jugadores.
Mencionaba con especial interés lo que se realizaba en España, donde se avanzaba fuerte en la preparación de la nueva generación que llenaría de gloria a la Furia Española hasta tener su punto más importante en el pasado Mundial, con futbolistas que se iniciaron con las nuevas bases.
Cuando supimos de su enfermedad él como que no le daba importancia. Tuvimos oportunidad de darle las gracias por tantos jóvenes que recibió en su época en Santos, incluyendo algunos hijos de amigos nuestros y otros de nuestra tierra natal.
Fue siempre un auténtico guerrero, desde jugador hasta timonel de fuerzas básicas, donde tuvo siempre la visión acertada para escoger buenos prospectos, muchos de los cuales son hoy valores de nuestro futbol.
Que sea este un sencillo homenaje para un gran hombre, que ha dejado en estas semidesérticas tierras un recuerdo imborrable. Ojalá algún día alguna cancha del sector amateur, que tanto atendió, lleve su nombre.
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