En los muchos viajes que hicimos a diferentes partes de la Unión Americana, acompañados por los directivos de aquel inolvidable Unión Laguna, encabezados por Jorge Duéñez Zurita, tuvimos la oportunidad de conocer y platicar con mucha gene importante de la gran carpa, y nunca olvidaremos las varias veces que estuvimos con Bobby Cox, manager de Bravos de Atlanta.
Finalizaban los años ochentas cuando Memo Garibay, sirviéndose de su gran amigo Rus Nixon con quien había trabajado en la Liga del Pacífico, nos presentó a Bobby Cox, con quien tuvimos agradable plática, después de que bromeando le habíamos comentado que era el ídolo de muchos por la forma en que trataba a su esposa, dominándola y marcándole el paso.
Bobby rió y nos abrazó, lo que aprovecharon personas de nuestra comitiva para tomarnos una foto. Ahí le preguntamos también por Leo Mazzone, su asistente, a quien llamaban "La Mecedera" por su estilo de estar en la banca masticando chicle y meciéndose. Rió y dijo algunas cosas impublicables, también bromeando.
Claudio Martínez Silva, uno de nuestros especialistas en beisbol, nos comentaba ayer que Bobby tuvo serios problemas con el alcoholismo, pero superó muchas cosas en la vida para convertirse en uno de los grandes del beisbol, y uno de los que más duraron manejando a los Bravos, del temperamental Ted Turner.
Esta semana, al verlo dirigiendo por última vez, los recuerdos vinieron en tropel a nuestra mente, pues será difícil ver a los Bravos, un gran equipo, sin la manzanita, como le llamábamos a Bobby Cox, por sus cachetes chapetados y su temperamento que hacía explosión con frecuencia hasta marcar récord de expulsiones.
Ya antes se había retirado, pero estaba más joven y no resistió la tentación de volver a dirigir. Si mal no recordamos, en Bravos tenía un puesto en la directiva cuando desesperado por los malos resultados corrió precisamente a Rus Nixon que fuera gran amigo de Memo Garibay y del beisbol mexicano, y tomó su lugar.
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