No, definitivamente ya no. A estas alturas de la historia que ha escrito Santos Laguna en el futbol mexicano, no se puede decir que el partido de esta noche en el Estadio Azteca, entre Águilas del América y Guerreros del Santos, sea el enfrentamiento entre David y Goliat. Eso fue antes de que se ganara el primer campeonato lagunero, allá por 1996.
Antes, sí era un duelo ya perdido cuando Santos iba al coloso de Santa Úrsula, donde era segura la derrota. Pero la historia fue cambiando después de que Pedro García al frente, mostró que los tiempos empezaban a cambiar, y luego en el año descrito, Alfredo Tena, ayudado por sus guerreros, presentó el nuevo guión.
Es cierto existieron todavía algunos retrocesos, pero hace tiempo todo quedó atrás, y esta noche podríamos hablar de que Santos Laguna dejó de ser el patito feo de la fiesta para convertirse en protagonista importante, todo dependerá de la estrategia del señor Rubén Omar Romano, y sobre todo de lo que hagan sus once guerreros en la cancha.
Hasta ayer todo indicaba que Romano utilizará los hombres que vencieron aquí a Jaguares en el de vuelta, con todo y Rafael Figueroa al que le devolvieron la titularidad y quien pronto ha vuelto a acoplarse al nuevo ritmo que hoy tocan los tambores de guerra. Si Ludueña y Arce siguen incorporándose, Juan Pablo Rodríguez podrá tener los compañeros ideales en la cintura.
Porque será en la media cancha donde América empezará sus famosos desbordes ofensivos, apoyado no sólo por Pavel Pardo y Rolfi Montenegro, sino también por el mismo Aquivaldo Mosquera que defiende, organiza y ataca con su impresionante carrocería.
Ya en este primer juego, Vicente Matías Vuoso debe ser controlado, para quitar esa maldición de que siempre tiene que anotarle a Santos, ande como ande. A Vicente Sánchez se le puede también anular si desde la media cancha se le controlan sus famosas escapadas.
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