Aunque hayan aparecido los imponderables, como esa expulsión de Felipe Baloy y la lesión de Juan Pablo Rodríguez, el resto del equipo está preparado para enfrentar dignamente esta final, que se iniciará aquí y concluirá el fin de semana en Monterrey, en un duelo entre Guerreros y Rayados que promete también ser de pronóstico reservado por la entrega de los jugadores.
El caballo negro de la liguilla, o sea Pumas de la UNAM, quedó fuera en los últimos minutos del domingo, le deja al Monterrey el gran paquete de enfrentar a Santos, el equipo de Romano que ha vuelto a su gran capacidad ofensiva, la que no debe perder en este último tirón, sobre todo ahora que Darwin Quintero ha encontrado el gol que tanto se le negó.
Y es que cuando el colombiano inició su personal rosario goleador, en el mismo Estadio Azteca, tuvo la ocurrencia de sacudirse la mala suerte que lo había acompañado, restregando sus manos por su cuerpo y, sobre todo, sus piernas, algo que seguramente le aconsejó algún brujo de Aracataca, o de Macondo, allá en su natal Colombia.
Para el emperador Romano ha sido una cuestión personal haber eliminado al América, ese equipo que dirigió con tan mala campaña, pero el futbol es así, da oportunidades cuando se trabaja para lograrlas, aunque todo es apenas el comienzo de una nueva etapa santista que debió empezar la campaña anterior, donde se debió lograr el cuarto título, y será hasta ahora cuando podría ocurrir.
Curiosamente Monterrey también va por su cuarta corona, y resulta muy interesante conocer dónde quedará el monumental trofeo en disputa. Por lo pronto, hay un nicho vacío en el Territorio Santos Modelo esperando la nueva copa. No hay que olvidar la peligrosidad del "Chupete" Suazo, de Aldo de Nigris, de Cardozo y del mismo Santana.
Esperamos que la lesión del "Chato" Rodríguez no sea seria y pueda estar en uno o los dos duelos restantes. Y que los demás jugadores albiverdes sean cuidadosos con las tarjetas para que no se repita lo de Baloy, que dejó muchos minutos a su equipo con diez hombres, lo que aprovecharon de maravilla las Águilas, pero no les alcanzó.
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