Por la carretera que va a Durango, tanto por la libre como por la autopista, antes de llegar a Guadalupe Victoria se divisan las casas del pequeño poblado de Ignacio Ramírez, de donde es originaria la familia de Óscar de la Hoya, quien fuera campeón del mundo en boxeo.
Afortunadamente Óscar fue un hombre previsor, y desde sus años de gloria empezó a invertir parte de lo que ganaba sobre los cuadriláteros en diversas empresas de representación y promoción, siendo hoy uno de los más acaudalados del medio boxístico.
La familia de Óscar se avecindó hace años en uno de los barrios de Los Ángeles, California, donde el abuelo Vicente se aficionó al boxeo. Ya desde la niñez, Óscar mostró el poder de sus puños en las peleas callejeras hasta que su padre lo llevó al Pico Rivera Sport Arena.
En sus primeras peleas Óscar vencía por nocaut a sus adversarios en el primer round. Cuando tenía 15 años ganó su primer campeonato Júnior en unos Juegos Nacionales. En 1990 ganó su primera medalla de oro en los Juegos de la Amistad.
Por ese entonces su madre enfermó de cáncer, muriendo a los 31 años de edad, pero antes de fallecer le pidió a su hijo que le regalara la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de 1992 a celebrarse en Barcelona, lo que logró siendo el único norteamericano en conquistar el oro en boxeo.
Su victoria la celebró sobre el ring ondeando dos banderas, la de Estados Unidos y la de México. Su debut como profesional lo hizo el 23 de noviembre de 1992 en el Forum de Inglewood, California, luciendo un sombrero mexicano enfrentando a Lamar Williams, a quien noqueó en el primer round.
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