No puede ser otra cosa que un ataque a la libertad de expresión, pues no solamente evita que el público en general se entere del contenido de las informaciones que aparecen en una revista hebdomadaria que se edita en el Distrito Federal, si no además que mediante la compra de todo el material que la contiene hay la pretensión de que nadie, en una determinada área geográfica, se entere de su contenido, lo cual es querer tapar el sol con un dedo, dando lugar a que se dé un fenómeno, contrario a la voluntad del que así tiene la intención de censurar, que es el reconocer tácitamente como cierta la denuncia que rebela que un gobernador puede estar involucrado con uno de los modernos jinetes del Apocalipsis, esto es, con el narcotráfico. En efecto, la revista Proceso que semana a semana aparece en estanquillos de la ciudad de Veracruz lleva al lector una narración del bajo mundo de las drogas, señalando la complicidad de quienes gobiernan la entidad con uno de los cárteles, fue incautada mediante el sencillo procedimiento de ponerla lejos del alcance de sus habituales lectores por la compra en paquete de los ejemplares que la empresa editora acostumbra poner a la venta en la bahía donde suelen hacer su nido las olas del mar.
No somos ajenos los coahuilenses, aunque por razones diferentes, pues varios sexenios han pasado desde que la misma publicación fue objeto de una requisa por órdenes de un político vernáculo cuyas tropelías en el contrabando se ponían al descubierto para quien leyera el documento. La misma conducta que Fidel Herrera Beltrán, político veracruzano muy afortunado, pues no sólo obtuvo el manejo de las finanzas estatales sino que además tuvo la suerte de comprar billetes de lotería que se vieron favorecidos por la diosa fortuna, ya que ambos personajes, el que ahora gobierna una entidad costera y el nuestro de lustros atrás, pretendieron tapar el sol con un dedo, considerando que bastaba con requisar el material para que la ciudadanía no se enterara, sin ponerse a considerar que la gente al darse cuenta de que se le estaba prohibiendo la lectura de tan conspicuo material inició su búsqueda en las casas de los que tenían suscripción de la revista o recurriendo a amigos en chilangolandia, con lo que para el gobernante exhibido le resultó peor el remedio que la enfermedad. Testigos ex empleados en el Gobierno veracruzano fueron quienes dieron santo y seña de las andanzas de Fidel, supuestamente con quién se juntaba, quiénes le acompañaban, dónde eran las reuniones, según la nota que apareció en el mencionado semanario.
No es fácil para los estudiosos de estos temas el aceptar sin más ni más las declaraciones de quienes puede ser que estén resentidos al no trabajar ya al servicio del político jarocho, tratando de congraciarse con las autoridades federales que provienen de un partido político de distinta ideología, o también puede tratarse de gente que tiene interés en la ya muy cercana elección de un nuevo gobernador o simplemente se trata de gente enfadada que pretende llevar agua a su molino o bien, enemigos gratuitos que tienen la intención de desquitarse de un falso agravio o vaya usted a saber qué mosco les haya picado para tener un rencor que les quema el pecho. El cerebro del ser humano es capaz de encontrar una motivación, por más disparatada que sea, tan pueril como la de que "ese chango me cae mal".
Lo que también dudo es que haya retirado de la circulación los ejemplares de que se trata. Fidel es un político perspicaz, ingenioso y astuto, de los pocos que hay en su gremio donde lo común es que prive la mediocridad, lo que ha aprovechado a las mil maravillas para sobresalir de entre el resto del rebaño. Es posible que alguno de sus malquerientes haya retirado la revista del mercado local con el fin de achacárselo. ¿A quién más iba a beneficiar el ocultarla? Durante su mandato ha sabido sortear los peligros que le acechan con tan buena suerte que llegó a la casa de gobierno después de una contienda electoral en que el vencido hubo de quedarse callado, no porque estuviera conforme con el resultado de la votación, donde según él advertía serias anomalías, sino porque así lo exigía el momento político que se vivía en ese entonces. Es Fidel un hombre extrovertido que ha sabido tejer vínculos de todas clases con tal de escalar la empinada ruta de su ascenso político. Durante los últimos meses inició una campaña que parecía no estar dirigida únicamente a su terruño, sino que se enderezaba a posicionarse como un posible candidato a la grande, lo que era un bocado que sus opositores no podían permitir se llevara a la boca. Saliéndose del guacal, a pesar de saber muy bien que no tiene espolones para pelear en ese palenque. La manera de disuadirlo de sus pretensiones era pegarle en los nudillos, como suele tratarse a aquellos que se quieren pasar de listos.