Se oye raro. Que el comité que decide quién tiene los méritos para echarse a la bolsa el Premio Nobel de la Paz haya escogido a un réprobo de su Patria. Lo peor es que sus integrantes actuaron con la misma regla que utilizaron cuando entregaron el mismo galardón, un año antes, al presidente Barack Obama, quien no tuvo la delicadeza de rechazarlo no obstante estar consciente de que las razones que tuvieron en cuenta, ni apretándolos con té de hojas de romero, correspondían a la conducta que hasta ese momento, hacía menos de un año que era Presidente, no había mostrado. Esto es, diría el Comité: quepa o no quepa debe otorgarse a la persona que designemos, tengan o no tengan los merecimientos necesarios a juicio de la comunidad mundial. Aquí en México tenemos y hemos tenido gran cantidad de disidentes a los que, si ese fuera el mérito, se podrían formar en fila para ser considerados como merecedores al premio.
Bueno, quizá no muchos, pero eso sí muy aguerridos. Me bastaría citar a uno, por aquello de que para muestra basta un botón ¡y qué botón!, no se aguanta ni solo. Elijo a mi vecino de mesa cuando asisto al café. Ese o cualquier otro, que para el caso es lo mismo. No nos han presentado, no formalmente, por lo que ignoro cómo se llama. Es fácil reconocerlo. Día a día trae bajo el brazo una revista. Hace años lo arrojaron de una oficina desde la que dirigía un periódico que le molestaba a los políticos por lo que se decidió (el gobierno) propiciarle una huelga loca con lo que acabaron, eso creyeron, con él, llevándose entre las patas al periódico que desde entonces no volvió a levantar cabeza. Ahora, en su revista, fustiga o fustigaba a cuanto político se le atravesaba en su camino. Ha sido desde entonces un disidente. No le busquen más. Es un referente, de cualquier modo, de lo que significa hacer periodismo de verdad.
Se dice en la nota leída aquí en México que el Comité Nobel ha deliberado largamente antes de tomar esta decisión (la de entregar al cismático o discordante con quienes dirigen el gobierno en su país) estableciendo que su decisión (la del comité Nobel) conecta los derechos humanos y la paz. Antes había hecho hincapié (sin que ello quiera decir que el comité estaba hincado) que el beneficiado recibiría el premio "por su largo trabajo no violento a favor de los derechos humanos en China"- Después del premio que le dieron a Obama, la cosa se pone dudosa. No quiero decir que el premio tiene en su decisión tintes políticos. No me consta y estaría abusando de los lectores de este diario. Pero de que huele mal si no tengo por qué no decirlo. Que Barack se hará merecedor, algún día, a ese premio quizá. Pero que el Gobierno Chino no se dé cuenta de que manteniendo en prisión a Liu no ganará otra cosa que la crítica de los pueblos del orbe que lo tacharán de intransigente, es otra cosa.
El Premio se otorga cada año a personas que hayan hecho investigaciones sobresalientes, inventando técnicas o equipamiento revolucionario o hayan hecho contribuciones notables a la sociedad. El que resulta laureado recibe una medalla de oro, un diploma y una buena suma de dinero. Fue instituido por voluntad de Alfred Nobel, que inventó la dinamita, con lo que se enriqueció, por lo que viendo el daño que hacía, (recuérdese su uso en la guerra), instituyó en su testamento varios premios. En física, química, literatura, medicina, economía y un premio especial para quien durante el año hubiere contribuido a la paz mundial. Los premios los entrega en mano a los ganadores el Rey de Suecia. A la última entrega no acudió Liu Xiabo, lo tenían castigado en una prisión. En fin, el gobierno Chino dice que el trabajo en pro de la paz, no ha sido tan relevante a nivel mundial, excepto para quienes quieren desprestigiar (a China). Le falta, dicen, el lustre de antaño.
