El empresario Alejandro Martí, presidente de la organización México SOS, acaba de decir que las cosas de inseguridad en este país no se resuelven con ampulosos discursos, que en vez de ellos se requiere más acción. En entrevista con Pascal Beltrán del Río, criticó que nuestra sociedad siga abandonada por cuerpos policiacos mal capacitados y deficientes. Que en materia legislativa ha habido un avance nulo porque no se ha hecho una reforma a fondo. Hizo énfasis en que el país entero no puede coincidir en entender que se sufren tres problemas: el primero, es la falta de seguridad, el segundo ídem y el tercero también. En realidad el problema lo hace redundante, recayendo en sólo uno, reiterándolo una y otra vez con la premeditada intención de recalcar la importancia que debe merecernos.
Ya en 2008, el 21 de agosto, en sesión del Consejo Nacional de Seguridad, exigió, agobiado por el asesinato de su hijo, que los gobernantes, se comprometieran a rescatar la seguridad en el país y que si no podían, les espetó el peor denuesto que se le puede hacer a un servidor público, que por inútiles agarraran sus chivas y se largaran, obviamente previa renuncia "pero que no sigan ocupando las oficinas de Gobierno, recibiendo un sueldo por no hacer nada, porque eso también es corrupción". De ese entonces a dos años de distancia, las cosas no sólo se han corregido sino que además la impunidad ha empeorado. Ya, en esa alocución, preveía que en el futuro, se verían los actos de delincuencia como parte del paisaje urbano, llegando el día en que ya no nos afectarían, ya que tan sólo se habrían convertido en un terror interno. Y vaya que lo estamos sufriendo.
Donde se muestra demasiado confiado es en que basta que los próximos candidatos a ocupar puestos públicos en el año del 2012 firmen un pliego comprometiéndose a cumplir con un plan de Gobierno, elaborado por ciudadanos, para acabar con la inseguridad en este país. Se refiere expresamente a los candidatos que postulen los partidos nacionales que aspiran a colocarse en su pecho la banda tricolor. Vamos a suponer que los partidos acepten que sus abanderados estampen su firma manifestando que están dispuestos a cumplirlo. ¿Quién es el guapo que si reniegan de su compromiso o simplemente lo ignoran, una vez encumbrados, los apremie a hacer honor a su firma obligándolos a acatar su compromiso?
¿Cómo hacerle para que la clase política cumpla con su compromiso? ¿Cómo amarrarlos para que el día de mañana no se hagan los occisos, olvidando su deber? ¿De qué artes puede valerse el ciudadano para ponerle grilletes a las palabras de sus dirigentes? Álvaro Obregón. El de las afortunadas frases de que no hay quién aguante un cañonazo de 50 mil pesos (se refería a un embute o soborno) y que él era el presidente más honrado porque sólo robaba con una mano, solía platicar con gran humor que al serle amputado el brazo por una bala de cañón en la batalla de Celaya (3 de junio de 1915) al no encontrar la extremidad mutilada, a uno de sus ayudantes se le ocurrió sacar del bolsillo un Azteca de oro y arrojarlo al aire, con lo que el brazo, que había permanecido perdido entre los cascotes, saltó atrapando la moneda en el aire. En fin, lo único que se requiere del próximo presidente es patriotismo, decencia y probidad.