Es frecuente que algunos lectores me pregunten de dónde tomé la frase con la que suelo concluir mis colaboraciones y el porqué la uso.
Por eso, en esta ocasión, me permitiré transcribir completa esa hermosa oración que me encontré por ahí hace ya tiempo y de la cual tomé sólo una parte para cerrar mis colaboraciones.
Preciso que es irlandesa y entraña muchas bendiciones, frases lindas que alegran el espíritu y reconfortan el alma.
Pero yo uso sólo una parte de ella y lo hago desde hace más de tres años, en que la delincuencia nos arrebató de las manos a un amigo muy querido, casi hermano. Y sé, que en algún lugar, conocido o desconocido, cuando Dios lo disponga nos volveremos a encontrar y entonces mi felicidad será completa, porque habré recuperado a mi amigo Alfonso.
De entonces a la fecha, han llegado a mi vida nuevos amigos, algunos muy entrañables, como Jesús Haro, Julio González, Francisco Gómez y Jorge Silva; pero ni la alegría que ellos me brindan, ni la de los antiguos o viejos amigos como Íñigo o Luis, logran compensar esa pérdida.
Luego he seguido usando la frase, porque en el devenir de estos tiempos me han arrebatado otros amigos, igualmente muy queridos. Y entonces la uso reiteradamente en recuerdo de todos ellos.
Esa oración irlandesa completa la transcribo aquí para satisfacción de quienes me conceden el privilegio de leer estas líneas:
"Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento siempre esté detrás de ti, y la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano.
Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que nunca quieras vivir tanto como vives. Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron. Pero nunca te olvides de recordar las cosas que te alegraron.
Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos. Pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron contigo.
Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron. Pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día. Que el día más triste de tu futuro no sea peor que el día más feliz de tu pasado.
Que nunca se te venga el techo encima y que los amigos reunidos debajo de él, nunca se vayan.
Que siempre tengas palabras cálidas en un frío anochecer. Una luna llena en una noche oscura, y que el camino siempre se abra a tu puerta.
Que haya una generación de hijos en los hijos de tus hijos.
Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte. Que el Señor te guarde en Su mano Y nunca apriete mucho Su puño.
Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen, los ángeles te protejan, Y que el cielo te acoja. Que la fortuna de las colinas irlandesas te abracen.
Que las bendiciones de San Patricio te contemplen. Que tus bolsillos estén pesados. Y tu corazón ligero, que la buena suerte te persiga. Y cada día y cada noche tengas muros contra el viento, y un techo para la lluvia, Y bebidas junto a la fogata. Risas para consolarte y aquellos a quienes amas cerca de ti. Y todo lo que tu corazón desee.
Que Dios esté contigo y te bendiga. Que veas a los hijos de tus hijos. Que el infortunio sea pobre, rico en bendiciones. Que no conozcas nada más que la felicidad.
Desde este día en adelante, que Dios te conceda muchos años de vida, de seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles".
"Nadie dijo que la vida fuera justa, pero es la vida"; y así como a veces nos provoca dolor al quitarnos a un ser querido, en otras nos proporciona grandes alegrías.
A mí me acaba de proporcionar una inmensa, porque resulta de los casos que a mi hermano Ricardo le tuvieron que hacer, el pasado fin de semana, dos operaciones simultáneas: una de corazón, para colocarle una válvula y otra de trasplante de riñón.
Duras intervenciones éstas a más de delicadas, pero parece que mi querido hermano en el nombre lleva la fortaleza, pues así como "Ricardo corazón de león", él posee la misma fortaleza y su corazón parece de hierro.
Y lo parece, porque hace ya siete años le habían practicado otra intervención a corazón abierto y se recuperó maravillosamente. Y ahora vuelve a salir adelante con la ayuda de Dios y su fortaleza.
Dicen que los amigos se conocen en la cárcel y en la cama (hospital) y en efecto, los mejores amigos estuvieron ahí y muy al pendiente de su salud, por lo que desde aquí les mando a todos nuestro agradecimiento.
Agradecimiento especial también a los doctores Federico Juárez y al amigo Raúl Martínez Favela, en cuyas manos sanadoras estuvo la vida de mi hermano.
Con esta renovada espero que Dios lo guarde muchos años con muy buena salud y que nos permita disfrutar juntos, grandes y deliciosas comidas, porque bien merecido se lo tiene.
Entre que podemos hacerlo literalmente, todos te esperamos, hermano, con los brazos abiertos.
Y "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".