Al inicio de su sexenio el presidente Felipe Calderón sacó el Ejército a las calles para enfrentar al crimen organizado. Esta lucha ha dejado casi 20 mil muertos por acciones ligadas al crimen organizado, 7 mil 710 ejecutados sólo en 2009. La justificación oficial para esta pelea es que era necesaria para “que las drogas no lleguen a nuestros hijos” y así inhibir el consumo.
Sin embargo, en su comparecencia ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión el pasado jueves, el secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, afirmó que el alto consumo de droga que hay en nuestro país es la causa de la narcoviolencia que se vive en las calles. En esa ocasión el funcionario afirmó que 1.7 millones de mexicanos utilizan cocaína y 3 millones marihuana.
De acuerdo a los datos oficiales presentados por García Luna el porcentaje de la población que consume cocaína pasó de 0.8 por ciento en 2006 a 2.4 por ciento en 2008. En el caso de la marihuana, más de 3 millones la consumen, y la cifra de usuarios creció de 3.1 por ciento en 2006, a 4.2 por ciento en 2008.
Los datos revelan que el problema de consumo es grave, sin embargo no hay una estrategia clara para enfrentar este problema, el cual no se soluciona aumentando la presencia de soldados y agentes federales en las calles. Y es que el discurso oficial ha confundido un problema de seguridad con uno de salud.
El consumo no se inhibe con una “guerra” que ha arrojado un saldo de 20 mil muertos, muchos de ellos inocentes. El Gobierno Federal ha apostado sólo por las armas y ha olvidado diseñar políticas públicas paralelas a las movilizaciones de soldados y policías federales, que vayan más enfocadas a la educación y la salud para inhibir el consumo, pero sobre todo implementar políticas sociales para enfrentar la pobreza que obliga a muchos a delinquir.
