Muse se ha erigido como uno de los grupos emblemáticos del eclecticismo del nuevo milenio.
Con cinco discos en su haber y un ecléctico sonido, oscilante entre lo clásico y lo vanguardista, la banda inglesa Muse se ha transformado en una leyenda de nuestro siglo.
Euterpe, musa de la música, tiene sus pueblos consentidos. Inglaterra es uno de ellos. Por eso no dejan de surgir de ahí propuestas innovadoras y de gran talento. Una de esas agrupaciones es Muse, que en década y media de vida se ha convertido en un referente obligado de la escena sonora británica.
Con un sonido que va de lo nostálgico a lo estridente, producto de una ingeniosa mezcla de hard, rock progresivo y música electrónica, matizada con pianos evocadores de la última etapa del romanticismo, Muse se ha erigido como uno de los grupos emblemáticos del eclecticismo del nuevo milenio. A lo anterior hay que sumar una excéntrica lírica cargada de visiones distópicas en la que aparecen conspiraciones globales, extraterrestres y relatos del fin de los tiempos. El resultado no puede ser más alucinante.
EN EL PRINCIPIO FUE EL ROCK
Dicen que una de las hijas de Zeus y Mnemosine rondaba por el poblado de Teignmouth, Devon, cuando Matthew Bellamy, Christopher Wolstenholme y Dominic Howard buscaban un nuevo nombre para su proyecto musical. Mediaban los noventa y esos tres adolescentes apenas empezaban a dar sus primeros pasos por los transitados senderos del rock. Ya habían probado suerte bajo los nombres de Gothic Plague, Fixed Penalty y Rocket Baby Dolls. Con este último incluso ganaron en 1994 la guerra de bandas de su localidad. Luego de este sorpresivo triunfo, el trío abandonó sus estudios para dedicarse de lleno a hacer rock.
La sugerencia hecha por alguien de que la fiebre de grupos que había por aquellos años se debía a que una musa deambulaba por Teignmouth, inspiró el nombre a los amigos. Lo cierto es que según lo que el propio Bellamy ha declarado, en el pueblo había pocas opciones para los jóvenes, de hecho solo dos: las drogas y la música. Él, junto a sus compañeros, optó por la segunda, en gran medida por herencia familiar pues su padre, George Bellamy, había sido el guitarrista de The Tornadoes en los sesenta.
En 1997, ya como Muse, el conjunto grabó su primer EP. Con él lograron darse a conocer más allá del condado y abrirse las puertas de algunos pequeños escenarios. Ya con varios oídos buscándolos, llegaron a Londres y Manchester en 1998 para dar sus primeras tocadas en forma.
Cuando realizaron su segundo EP, la prensa comenzaba a escribir y a hablar sobre ellos. Pero no todo eran loas. La aguda voz de Bellamy, cargada de falsetes, y el sonido oscilante entre melodía melancólica y acordes delirantes, hacían recordar demasiado al estilo de Radiohead. Muchas puertas se les cerraron antes de que alguna se abriera.
HACIA EL ESPECTÁCULO Y LA SIMETRÍA
Con Maverick Records Muse lanzó en 1999 su primer LP, Showbiz, producido por John Leckie. A pesar de las insistentes comparaciones con Radiohead, el disco debut del trío liderado por Bellamy tuvo una aceptable acogida entre el público y cierto sector de la crítica.
Con 700 mil copias vendidas y dos sencillos que resonaron en las radios angloparlantes -Muscle Museum y Sunburn-, el grupo pudo ganarse un lugar en la escena musical de su país. Y el show de la musa comenzó. Primero el famoso festival de Glastonbury, luego sendas giras por Europa, Australia y Japón. Y para rematar, una nominación en los Brit Awards y un galardón de la prestigiosa revista británica New Musical Express.
En 2001 regresaron al estudio. Con la experiencia ganada y una mayor claridad en cuanto a su propuesta, Matt, Chris y Dominic concibieron su segundo álbum: Origin of Symmetry, de sonido más agresivo, denso y experimental que el anterior, con fondos que se asemejan al minimalismo reiterativo del compositor norteamericano Philip Glass, y con bajos distorsionados, lo que se convertiría a la postre en uno de los sellos de la banda.
Pese a que sus primeros sencillos, Plug in Baby y New Born, alcanzaron los primeros lugares en la listas de popularidad, Leckie se mostraba dubitativo para comercializar el disco en Estados Unidos, sobre todo por los recurrentes falsetes de Matthew, los cuales encontraba ‘poco amigables’ para el público de aquel país. La sugerencia de adaptar sus canciones al gusto norteamericano molestó a estos ingleses, que decidieron romper con su productor.
No obstante, el éxito comenzó a fluir como un río. Luego de múltiples premios y nominaciones, Muse realizó su primera gira mundial. Después de recorrer tres continentes y de editar un box set con lados b, presentaciones en vivo y un DVD (Hullabaloo Soundtrack), Bellamy, Wolstenholme y Howard se tomaron un respiro antes de volver a la sala de grabación. Origin of Symmetry había vendido ya 1.3 millones de copias y su fama de innovadores iba ahora unida a la de poderoso grupo en escena.
DE ABSOLUCIONES Y REVELACIONES
Ya con nuevos productores, Muse empezó a gestar su tercer álbum que en principio debería ser más constructivo en el plano emocional, con orquesta y una buena dosis de experimentación. Pero en 2002 vino la segunda guerra del golfo y su visión se tornó de nuevo hacia lo sombrío. Decidieron entonces retomar lo básico. La desesperanza, el miedo y la melancolía se plasman en cortes como Apocalypse Please, Stockholm Syndrome, Hysteria, Butterflies and Hurricanes y Ruled by Secrecy, estos dos últimos con una evidente influencia de los músicos del romanticismo del siglo XIX.
Como era de esperarse Absolution, publicado en 2003 fue aclamado por la crítica en ambas costas del Atlántico y colocó al trío en la categoría de auténticos artistas. El éxito se tradujo en su primer tour internacional en estadios y en múltiples apariciones en festivales, como el histórico Live 8 de 2005. Todos querían ver al nuevo fenómeno musical. Así, entre premios, conciertos y presentaciones en televisión, pasaron tres años, que fueron de constante ascenso. Pero la luz de la estrella aún no había mostrado toda su intensidad.
En 2006 apareció Black Holes and Revelations, el disco más exitoso de los chicos de Devon. Aunque en la misma ruta de estilo que Absolution, este álbum se internó por senderos más experimentales, con atmósferas y efectos de ciencia ficción, y pasajes que recuerdan a otra de sus grandes influencias: Queen. La lírica termina por redondear el concepto de esta verdadera epopeya espacial. Supermassive Black Hole, Knights of Cydonia, Invincible y sobre todo Starlight, se volvieron casi instantáneamente en clásicos.
Como lluvia de meteoritos cayeron los premios (MTV, Mercury) y las alabanzas. Wembley, con sus 75 mil almas, se rindió a sus pies. La BBC los declaró la banda del año. Así, los tres amigos oriundos de un pequeño pueblo inglés se convirtieron en leyenda.
UNA RESISTENCIA SINFÓNICA
Luego de publicar H.A.A.R.P. (2008), testimonio sonoro y visual de su paso por el estadio más famoso del mundo, y con el éxito en el bolsillo, Muse retornó en 2009 al estudio para grabar su disco más conceptual: The Resistance. En él, la vena clásica de Bellamy es evidente, con composiciones orquestales, como la sinfonía en tres movimientos llamada Exogenesis, y una pieza de increíble factura titulada United States of Eurasia, en la más pura tradición del genio de Tanzania, Freddie Mercury. La revolución, la resistencia, la igualdad, son el leitmotiv de un álbum que demuestra la madurez de una agrupación que ha sabido seguir creciendo musicalmente, a pesar de esa otra diosa, a veces tan destructora, llamada Fama. Parece que Matt, Chris y Dominic siguen siendo los favoritos de Euterpe.
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