N Os encontramos ante un nuevo año, al final de la primera década del nuevo milenio, en la continuación del ciclo escolar o en el inicio de un nuevo periodo (semestre o tetramestre) y con una nueva oportunidad para seguir aprendiendo. Nos enfrentamos además, a una serie de sensaciones y sentimientos encontrados: por un lado el inevitable regreso al trabajo académico que nos involucra a todos: profesores, directivos, personal de apoyo, alumnos y padres de familia; por otro lado la oportunidad de iniciar un nuevo ciclo de formación, en donde la escuela nos proporciona siempre un nuevo panorama hacia el futuro, una oportunidad valiosísima de enmendar lo que, en ciclos anteriores hicimos mal.
Con respecto a los profesores, desde el preescolar hasta el posgrado, se nos vuelve a encomendar la importante labor que desempeñamos y que cada vez más apunta al cumplimiento del compromiso pedagógico para el que somos contratados y que consiste en disponer, orientar y facilitar al máximo la participación y el uso de la razón del alumno para que logre aprender. Cabe mencionar que en la actualidad ya no es suficiente con estar comprometido, es necesario implicarse profundamente en los procesos de enseñanza - aprendizaje.
Para que los profesores podamos cumplir con tan grande compromiso, es necesario proporcionar un desempeño relevante, que involucre al menos los siguientes aspectos: la planeación educativa (como un importante ejercicio de anticipación, ya que todo acto educativo primero tiene que ser imaginado). Planear adecuadamente es básico, ya que no solo se trata de cumplir con la dirección y entregar los formatos.
Diseñar estrategias de aprendizaje acordes a los contenidos que habremos de abordar y tener la firme convicción de que las vamos a llevar a la práctica. Elaborar materiales y técnicas didácticas a realizar en el aula; y por último, diseñar un sistema de evaluación que nos permita dar cuenta de los logros que tendremos con nuestros estudiantes.
A los directivos, se les presenta la valiosa oportunidad de realizar un trabajo administrativo destacado; y me refiero a desarrollar todas y cada una de las actividades propias de su labor, es decir, las funciones administrativas realizadas con el sustento requerido: la planeación directiva, la organización escolar, la normatividad vigente, las decisiones de dirección, además de la evaluación y el control de las actividades educativas. Finalmente, nuestros directores tienen como compromiso fundamental el propiciar el desarrollo personal, social, cultural y tecnológico de sus colaboradores.
Al personal de apoyo y asistencia a la educación, les corresponde trabajar muy duro para tener en buenas condiciones a las escuelas, para poder trabajar sin distractores, en instituciones limpias, con todo lo necesario y en orden para desarrollar nuestra labor; por ello, es necesario reconocer la importancia de su trabajo, de su compromiso con las instituciones, ya que sin ellos, simplemente no se podría laborar.
A los alumnos les corresponde, tal vez el trabajo más importante y no necesariamente el más sencillo: Aprender; y la escribo con mayúscula porque aprender y formarse se convierte en el eje, principio, fundamento y fin del trabajo educativo.
Hay que reconocer que en la actualidad, el aprendizaje se ha convertido en un verdadero reto, sobre todo por la explosión de la información (en calidad y cantidad) y no solo para los alumnos, sino para los mismos profesores, ya que no basta con la memorización de la información mediante el aprendizaje repetitivo, hay que propiciar ahora un aprendizaje más significativo; es decir, aquel que nos permita retener la información, reelaborarla, asociarla, encontrarle sentido y aplicarla.
Para los profesores el reto es extraordinario; ya que para lograr que los estudiantes aprendan con significancia, es necesario que los diferentes contenidos programáticos (conceptos, procedimientos, actitudes y valores) sean trabajados conjuntamente, estableciendo entre ellos el mayor vínculo posible. Se ha demostrado que el aprender de ésta manera es siempre un intento de dar sentido al mundo y a la vida, porque permite apreciar la interrelación y la conexión entre la vida, la escuela, el trabajo y las cosas que le rodean.
Para aprender de esta novedosa manera, (nueva al menos en México), hay que recordar que existen tres puntos de apoyo para lograrla: los conocimientos previos como base para los nuevos conocimientos, la integración pertinente de los nuevos saberes en la estructura lógica y psicológica del que aprende, y la motivación del alumno para cumplir con su trabajo y comprender y profundizar en los nuevos conocimientos.
De estos puntos de apoyo el que me parece más complejo de lograr es la motivación, ya que estamos hablando de un estado anímico impulsor que permite mover al estudiante hacia una realidad que difícilmente le es atractiva.
Al iniciar un nuevo ciclo escolar, los alumnos, con apoyo de los padres de familia, logran presentarse (en la mayoría de los casos), con una motivación intrínseca (interior), que se convierte en el móvil que despierta interés y causa satisfacción; motivación que debemos aprovechar y "no soltar" mientras dure la experiencia educativa. Vaya mi más sincero reconocimiento a todos aquellos padres de familia que le ponen "todos los kilos", para que sus hijos lleguen a esta nueva oportunidad de aprendizaje con las menores carencias posibles.
Finalmente, les recuerdo a todos que el trabajo escolar y la posibilidad de empezar de nuevo, de aprender permanentemente, deben verse como eventos felices, de entrega, de compromiso compartido, de esfuerzo común, de realización de metas y de oportunidades de crecimiento personal y profesional.