Srita. Liliana Lizeth Huerta de la Peña, el día que unió su vida a la del Sr. Ramón Enríquez García.- Maqueda Fotografía
Por Dra. Ma. Del Carmen Maqueo / Contraluz / Desde Los Cimientos Dentro del panorama urbano hay elementos que despiertan una emoción particular, para mí una casa abandonada o a punto de ser demolida es una imagen que llega a lo profundo e inspira sensaciones como abandono y desolación.
Una cosa es cierta, las ciudades se renuevan, y muchas veces las viejas estructuras se tumban para dar paso a modernas construcciones de cara al porvenir. Fue precisamente frente a un edificio antiguo en proceso de demolición, donde observé lo que hoy me ocupa: Las paredes se habían echado abajo pero no así los cimientos, el esqueleto compuesto por castillos distribuidos de tramo en tramo se mantenía en pie. No pudieron los primeros golpes derruirlo, y al momento desconozco qué destino vaya a tener, si la reedificación o la muerte, pero por lo pronto es mi inspiración.
Frente a dicha imagen, esta vez las sensaciones de abandono y desolación cedieron su paso a la curiosidad, oteé por un boquete y el siguiente de lo que ayer habrán sido ventanas, sólo para observar que el caso se repetía en los vestigios de las distintas habitaciones: los armazones estaban intactos.
Se antoja hacer una analogía entre edificios y hombres, ¡qué poco tiempo habrían tardado los mismos albañiles en demoler una casa prefabricada en la cual la cimentación prácticamente no existe!... Hablando de relaciones humanas, sobre todo las afectivas hay un contraste entre la resistencia de una unión bien cimentada contra la enorme labilidad de estructuras hechas a la ligera, sin la firmeza que da el tiempo. En esta época cuando el hedonismo determina en buena medida nuestro comportamiento, son frecuentes las relaciones "light" en las que prevalecen la diversión, la sensualidad y la gratificación... encuentros efímeros que van desde una noche, un fin de semana de locura; quizás reales o virtuales, cargados de emoción, hasta uniones de pareja que a la primera diferencia truenan. En el momento cuando aquel principio de placer que llevó a construirla ya no se halla presente con la misma intensidad del inicio, surge para la relación el principio del fin.
Y así tenemos individuos que van por la vida con toda una colección de relaciones "light" en su haber... quizás de jóvenes alardeen de lo que seguramente llamarán "su buena fortuna con el sexo opuesto", pero conforme pasan los años comienzan a sentir en su interior un vacío cercano a la desolación: La energía decrece; la enfermedad comienza a hacerse presente; los rasgos del carácter se acentúan, y no va a ser sencillo a esas alturas desarrollar una relación armónica de largo plazo. Entonces sucede que ahora cuando la persona desea una compañía para la vejez, resultará bastante más complejo conseguirla.
Yendo a los orígenes de estas relaciones humanas descubriremos que las edificaciones sólidas que tienen una firme cimentación y no se derrumban al primer golpe, son las que fueron construyéndose poco a poco; hablando de relaciones de pareja tal vez sean aquéllas en las que primero existió una creciente amistad, que con el tiempo llevó a encender la llama de amor. Por otra parte los romances que nacen del gran chispazo, donde corren torrentes hormonales y las emociones viajan en montaña rusa, difícilmente perdurarán. Generalmente ese derroche de energía del principio se irá apagando con el tiempo, y aquellas parejas atractivas como de telenovela que fueron la envidia de tantos, terminarán en un plazo no muy largo, pero además lo harán con una buena carga de desgaste personal.
Mi padre fue ingeniero civil, dentro de mis recuerdos de muy pequeña están el olor del cemento recién fraguado y un montón de imágenes, entre ellas la del entramado sobre la tierra, del cual emergerían aquellos ramilletes de varillas que luego unían para formar los castillos, que finalmente remataban en la urdimbre del techo donde en su momento se haría el colado. De igual modo parece que estoy viendo el rictus de preocupación del viejo cuando tocaba colar y amenazaba lluvia, lo que ponía en riesgo la firmeza de la estructura definitiva; ha de ser la misma preocupación que viven los novios cuando surgen los problemas grandes y pequeños de la relación, hasta que finalmente ésta logra consolidar conforme al plan original.
Hay en estos tiempos una enfermedad que nos está matando, se llama prisa por vivir: Si no estamos conscientes para evitarlo avanzaremos en carrera tal, que quizás ni sabemos a dónde nos llevan nuestros pasos... Hoy ante aquel viejo edificio, observando cómo los golpes no hicieron mella sobre los cimientos, entendí que lo más importante para cada uno, aquello que trasciende necesita su madurez. Lo que ha de permanecer se planta con firmeza, sin escatimar recursos, con el tiempo de nuestro lado como el mejor maestro.
Unieron sus vidas en sagrado matrimonio, Srita. Liliana Lizeth Huerta de la Peña y Sr. Ramón Enríquez García.
La emotiva ceremonia religiosa se llevó a cabo en la iglesia de San Pedro Apóstol, ante el Pbro. Gerardo Zataráin.
Presentes estuvieron sus padres, Sres. Arturo Vidal Huerta Magallanes y María de los Ángeles de la Peña Gutiérrez; Francisco Enríquez Ramírez (f) y Yolanda García Torres, quienes llenaron de bendiciones a sus hijos en uno de los días más importantes de sus vidas.
Liliana Lizeth lució para la ocasión un hermoso y exclusivo vestido straple palabra de honor confeccionado con fina organza satinada, bordado con pedrería de swarovsky en color ívory acompañado con un moderno tocado de plumas y piedras swarovsky que acompañó con un ramo de tulipanes blancos.
Encabezando el cortejo nupcial estuvo su dama de honor: Brenda Ivett Huerta de la Peña y como sus pajecitos los pequeños: Santiago Enríquez, Luis Jorge y Rodrigo Huerta Triana.
Participando en la celebración eucarística, como padrinos de los ahora esposos: de Velación, los papás de la novia; de arras, Luis Huerta de la Peña y Gabriela Rodríguez de Huerta; de anillos, Jorge Huerta de la Peña y Verónica Triana de Huerta y de lazo, Juan Francisco Enríquez García y Daniela Leyva de Enríquez.
Posteriormente, amigos y familiares de los recién casados se dieron cita en la residencia de la novia para brindar por los novios.
Boda Civil. Se llevó a cabo el seis de marzo en punto de las 12:30 horas.
Fungiendo como testigos familiares de los novios. La enamorada pareja visitará como viaje de luna de miel: La República Dominicana para su regreso establecer su residencia en la ciudad de Torreón, Coah.
Teniendo como testigo el altar de la iglesia de La Encarnación, unieron sus vidas en matrimonio, Srita. Rocío del Socorro Saldaña Verduzco y el Sr. Eugenio Arturo Guerrero Vargas.
La ceremonia religiosa se llevó a cabo el sábado 13 de marzo de 2010, en punto de las 20:00 horas, ante la bendición del Pbro. José Natividad Fuentes García.
Acompañando a los novios en uno de los días más especiales de su vida, contaron con la presencia de sus padres, Sres. José Antonio Saldaña Lamas y María del Socorro Verduzco Lecou; Carlos Arturo Guerrero Rodríguez y Laura Isabel Vargas González.
Encabezando la Marcha Nupcial, acompañaron a la novia sus guapas damas de honor, Olga Sánchez, Patricia Casas, Liana Prieto, Jéssica Franco, Stephanie González, Jéssica Alderete, Karla Colunga, Cecilia Valdez, Estefany Zamora, Margarita Orozco, Adriana Sánchez Iveth Andrade, Lucía Ramírez, Evelyn Cano, Guadalupe Sánchez, Paola Ceniceros, Alegría Torres y Daniela Torres.
Formando parte importante en la celebración eucarística, participaron como padrinos de los ahora esposos: de Velación, Carlos Arturo Guerrero Rodríguez y Laura Isabel Vargas González; de arras, María Dolores Saldaña Verduzco, Isaac Medina Saldaña y David Rivera; de anillos, René Olguín y Catalina de Olguín y de lazo, Laura Guerrero Vargas y Yolanda Guerrero Rodríguez.
Radiante lució Rocío, con un hermoso vestido color marfil, strapless, todo plisado de tul con aplicaciones de flores bordadas con cristales que acompañó con un boquete de rosas blancas y tiara de flores y cristales.
Un elegante banquete nupcial se llevó a cabo en el Casino Monarca; en donde el grupo Sabor Lagunero, ambientó el festejo hasta altas horas de la noche, con su gran variedad musical y ambiente sin igual.
Algunos de los invitados llegaron especialmente para la boda procedentes de: Estado de México, Chihuahua, Pachuca, Durango, Saltillo, Monterrey, Tamaulipas y Sacramento, California quienes degustaron un exquisito banquete que consistió como: entrada de quesos, crema poblana y pierna en salsa de champiñones con su guarnición de verduras y papas a la vinagreta y de postre pastel de almendras.
El momento más tierno de la noche se dio cuando los recién casados bailaron su primer vals como marido y mujer, el tema: "Because you Love me" de Celine Dion.
Boda Civil. Se llevó a cabo ese mismo día en el Casino Monarca, en punto de las 21:30 horas.
Firmando como testigos del novio: Olga del Carmen Sánchez Escobedo y Ricardo Mendoza López; y por parte de la novia: María Dolores Saldaña Verduzco y María del Socorro Verduzco Lecou.
La feliz pareja decidió visitar Cancún como su viaje de bodas y a su regreso establecer su nueva residencia en Torreón, Coah.
MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS L O S P E C A D O S D E O M I S I Ó N
A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad. El talento era una unidad contable que equivalía a unos cincuenta kilos de plata, y se empleaba para medir grandes cantidades de dinero. En tiempos de Nuestro Señor Jesucristo, el talento era equivalente a unos seis mil denarios; un denario aparece en el Evangelio como el jornal de un trabajador del campo.
Como todos sabemos -según la parábola- el tercero de los siervos enterró su talento en la tierra, no negoció con él, perdió el tiempo y no sacó provecho. Su vida estuvo llena de omisiones, de oportunidades no aprovechadas, de bienes materiales y de tiempo malgastado. Se presentó con las manos vacías. Fue su existencia un vivir inútil en relación con lo que realmente tenía importancia, no hizo lo que tenía que hacer. Enterrar los talentos que Dios nos ha confiado, es tener capacidad de amar y no haber amado, tener labios para sonreír y no haberlo hecho, poder hacer feliz a los nuestros y dejarlos en la más honda de las tristezas. Es tener bienes materiales y no hacer el bien con una parte de ellos; poder llevar el mensaje de evangelización a las multitudes y habernos quedado callados por comodidad; es tener la oportunidad de superarnos y no haber hecho nada para conseguirlo; es haber recibido un llamado espiritual para servir en el Reino de Dios y no dar un solo paso para cumplir con la misión asignada; es darnos cuenta de que existe depresión, temor, angustia y desesperanza en el medio ambiente donde nos desempeñamos, y no hacer nada para remediarlo; es actuar con egoísmo en nuestro diario andar; es palpar la tristeza en el rostro de nuestros semejantes, y no tener el impulso necesario de ayudarlos con palabras sinceras de alegría.
Es lamentable mirar hacia atrás, y observar un sendero de ocasiones perdidas. Es triste que por pereza, dejadez o egoísmo, nos hayamos encerrado en nuestra casa haciendo improductivos los talentos que Dios nos ha entregado. Nuestra inteligencia, nuestra capacidad de amar y de servir a Dios, de trabajar ejemplarmente, de estudiar para superarnos, de prepararnos para crecer en espíritu, todo ello desperdiciado, todo ello tirado a la basura... De manera particular, Dios nos pedirá cuentas de todos y cada uno de los pecados de omisión cometidos, aquéllos de los cuales el mundo no se enteró, pero que nuestra conciencia los registró oportunamente.
Son tantos los bienes recibidos por la gracia de Dios, que no los podríamos cuantificar. Mencionemos tan sólo algunos para dar gracias a la fuente divina de donde proceden: "La vida" -que muchos no alcanzaron a tener y que otros no han valorado; "la inteligencia" -para intentar comprender las verdades y los misterios que no se ven; "el tiempo" -oportunidad única e invaluable para servir a Dios nuestro Creador; "la capacidad de amar y perdonar" -para compartirlas con los nuestros, con los que nos aman, con los que nos perdonan y con aquéllos que a pesar de no conocerlos descubrimos en su mirada una pequeña luz de cariño que nos habla de hermandad; "la libertad" -con la que se nos permite escoger el bien para dirigirnos a la Casa del Padre; "un Ángel custodio" -que nos protege constantemente e intenta con todas sus fuerzas salvar nuestra alma liberándonos previamente del pecado.
De toda esa herencia majestuosa se nos pedirá cuentas al final de nuestros días. Somos administradores de ciertos bienes de procedencia divina, no dueños. Pero ¡qué hermoso es dar cuenta al Administrador de nuestros actos cuando han estado bien encaminados, cuando no actuamos con hipocresías, cuando aprovechamos bien el tiempo, cuando fuimos dóciles y sinceros, cuando trabajamos según sus enseñanzas evangélicas, cuando lo tomamos en cuenta para todo! ¡Y qué triste, por lo contrario, es informarle en el ocaso de nuestra vida, que no "quisimos evangelizar para no exhibirnos"; que "no quisimos amar para no ser despreciados"; que "no quisimos escalar peldaños espirituales para no despeñarnos"; que "no quisimos confiar en los demás para no sentirnos defraudados"; que "no quisimos arriesgarnos a perder lo que teníamos" y por eso no invertimos en nuestro crecimiento espiritual; que "no quisimos contagiarnos de algún mal y por eso no nos aproximamos a los enfermos"; que "no quisimos hablar de tristezas y por eso no visitamos a los presos" -olvidando que Nuestro Señor Jesucristo también estuvo encarcelado.
El Señor espera que administremos bien su hacienda, a pesar de los temores que tenemos de fracasar, a pesar de nuestros miedos, a pesar de la vejez que llegó más pronto de lo que esperábamos, a pesar del cansancio y del tiempo que ocupamos en cosas vanales. Nuestro mejor negocio es ganar la felicidad eterna -a pesar de que son muchos los que aún no creen en ella- porque por más que lleguemos a atesorar bienes materiales, poca cosa serán en comparación de lo que el Señor tiene reservado para los justos que trabajaron incansablemente en su viña.
Es muy escaso el tiempo con el que contamos para realizar lo que Dios quiere de nosotros. No sabemos hasta cuándo tendremos la oportunidad de permanecer en este mundo. No sabemos hasta cuándo tendremos fuerzas suficientes para mencionar el bendito nombre de Dios con nuestros labios. Cada hora, cada día, si nos lo proponemos, podemos darle gusto en forma individual y silenciosa, aprovechando correctamente la gran cantidad de dones que ha puesto en nuestras manos. Los pecados que jamás confesamos son los de omisión, porque imaginamos erróneamente que no son faltas contra Dios. Y la verdad es que hacen tanto daño que si lo entendiéramos así, los tomaríamos más en cuenta...