La imparable ola delictiva que azota al país y la falta de eficiencia de las corporaciones policiacas para hacer frente a los criminales han obligado a las autoridades ha proponer cambios en el modelo de policía vigente.
Hoy existen en México alrededor de 2 mil 400 cuerpos de seguridad pública municipal, 32 en el ámbito de entidades federativas y uno nacional. La intención del Gobierno de la República, en particular del secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, es crear una policía nacional que aglutine a todas las corporaciones, con lo cual se pretende mejorar el combate a la delincuencia, con criterios de calidad y coordinación únicos.
El Consejo Nacional de Seguridad Pública avaló el jueves pasado el primer paso para alcanzar el objetivo anterior, a saber: la conformación de 32 policías estatales con mando único. Primero Durango luego Coahuila han iniciado ya sus respectivos procesos para lograr la unificación.
No obstante, este profundo cambio en la estructura policial de las entidades requiere una reforma al artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el cual se establecen las facultades de los ayuntamientos en materia de seguridad pública. Posteriormente es necesaria la adaptación de las constituciones de cada entidas.
Los defensores de esta propuesta argumentan que la diversidad de cuerpos policiacos dificulta la coordinación y representa un obstáculo para igualar el nivel de calidad de las corporaciones, las cuales, en muchos casos, se encuentran a merced del hampa, escollos que serían superados con la unificación.
Los detractores del modelo propuesto advierten que los vicios que han vuelto infuncionales a los cuerpos locales podrían reproducirse, primero, en las corporaciones estatales y posteriormente en la nacional. Con lo cual quedarían anulados los beneficios buscados. También los cíticos alertan del riesgo que implica la existencia de un mando único nacional no competente, el cual tendría bajo su cargo un total de efectivos comprable al del ejército.
Sin duda, frente a la deteriorada realidad que enfrentan los mexicanos en materia de seguridad, la iniciativa representa una alternativa esperanzadora. Sin embargo, para que, una vez llevada a cabo, pueda rendir los frutos esperados, es necesario establecer rigurosos mecanismos de control para evitar que la corrupción -ese cáncer nacional- termine por convertir la esperanza en una nueva y terrible desilusión.