El reto. El reto para los programas de la SEP es documentar su efecto en la solución de los problemas para los cuales fueron hechos.
MÉXICO, DF.- Los programas de la SEP deben dejar de ser un gasto para convertirse en planes que eleven la calidad educativa, consideró Gonzalo Hernández Licona, secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
"No es lo mismo gastarte el dinero que hacer que los alumnos aprendan y cómo medir que los alumnos aprendan" señaló.
El gran reto para los programas de la SEP es documentar su efecto en la solución de los problemas para los cuales fueron hechos, advirtió el funcionario.
El Coneval, en su Evaluación Especifica de Desempeño 2008-2009, detectó debilidades en los 35 programas que la SEP destina para mejorar la educación, abatir el rezago, otorgar becas y atender la demanda en bachillerato y universidades.
Según Hernández, luego de la revisión muchos de los programas se comprometieron a aplicar mejoras, de las cuales se podrían tener avances para la siguiente evaluación que iniciará entre junio y julio.
Al respecto, el funcionario señaló que una de las mejoras que los programas deben lograr es tener claridad sobre su población objetivo pues al no precisar la población a la que se pretende beneficiar, el diseño del programa puede indicar que no es factible.
Este problema se replica en los gobiernos estatales, en donde tampoco se tiene información especifica sobre la población potencial a la que se pretende impactar o la manera en que incide en ella, por lo que, explica, se les debe exigir mayor participación a las autoridades locales.
"Habrá programas que a lo mejor sí están teniendo resultados, pero que si no se documentan o no se miden no podemos saber que existen", advirtió.
Un ejemplo que documenta la evaluación del Coneval es el caso del Programa Nacional de Becas y Financiamiento (Pronabes), que busca apoyar a estudiantes en educación superior que provengan de familias con ingresos menores o iguales a 3 salarios mínimos.
"La deficiencia fundamental para la evaluación es la carencia de un indicador que determine en qué medida el programa favorece la permanencia de los estudiantes de bajos recursos", menciona la evaluación.
El mismo reporte señala que se han realizado evaluaciones desde 2002, pero ninguna de ellas da seguimiento a los beneficiarios por dos años, que son los que Coneval establece para medir un impacto.
