Este enfoque de los problemas en la niñez ha llegado a reconocer las reacciones depresivas en los niños. Hoy día se cree que muchos niños, tanto como adultos, padecen las etapas iniciales de la depresión.
Naturalmente, esos trastornos en la niñez suelen pasar inadvertidos, pues los síntomas no son tan notables como en los adultos. Los padres, por ejemplo, pueden juzgar a sus hijos como simplemente incómodos o descontentos. Padres y maestros pueden atribuir el hecho de que un niño no obtenga satisfacción de sus relaciones sociales, a diferencias individuales, a ciertas características del desarrollo o que el niño prefiere jugar solo.
En realidad, el niño deprimido puede parecer activo e interesado en algunas actividades, y, sin embargo, mostrar otros indicios de perturbadora depresión... puede ser incapaz de concentrarse en sus estudios y obtener bajas calificaciones, no obstante poseer capacidad intelectual más que mediana. Frecuentemente prefiere jugar a solas y rehúsa participar en actividades sociales. El niño deprimido tiene sentimientos de auto condena y falta de valía. Suele pensar que no vale la pena vivir, y en algunas ocasiones puede tener intentos suicidas.
La principal causa de depresión en la niñez es la sensación de no ser amado.
Hay muchas razones por las cuales el niño puede sentir que no lo quieren, que no calza en la familia o que no logra llenar las aspiraciones de sus padres o maestros. No es raro que un hijo o una hija que se sienta rechazado por sus padres, generalicen esos sentimientos en cuanto a los demás. Básicamente, siente que no lo quieren, que a nadie le importa ni le interesa.
El niño puede sentir que no se le ama aun cuando sus padres le den hogar cómodo y muchos regalos. Por ejemplo, cierto muchacho que recibía atención psiquiátrica, tenía sus padres, un hogar bellamente amueblado, juguetes y muchas otras ventajas. Pero el niño se sentía falto de afecto y de valía. Al estudiar a la familia se descubrió que los padres estaban mucho tiempo fuera del hogar, sin el niño. Preferían salir con adultos y dejarlo en manos de niñeras. El niño anhelaba la compañía de sus padres, pero como éstos no podían satisfacer esa necesidad surgieron en él sentimientos de abandono y desolación. Trasladó esos sentimientos a la escuela, en donde creía que los demás adultos no lo amaban. Con el tiempo se dio por vencido y se refugió en un mundo forjado por él. Poco a poco le fueron dominando los sentimientos de depresión, hasta que sus padres tuvieron que acudir al auxilio profesional.
En algunos niños surgen graves sentimientos de depresión por la pérdida de uno de los progenitores. Cuando el hogar es desgarrado por el divorcio o por la muerte del padre o la madre, esa pérdida puede afectar gravemente al niño.
Otra causa fundamental en muchos casos de depresión infantil es un patrón de disciplina paterna indebidamente estricta y de expectaciones demasiado elevadas. Cuando los padres tratan de forzar al niño a lograr elevados niveles de éxito y lo castigan si no lo logra. Esto suele producir altos niveles de indignidad y descorazonamiento, siendo esto la raíz de muchos sentimientos depresivos.
Hay factores físicos que a menudo desempeñan un papel importante en el desarrollo de la depresión en la niñez.
Aunque la enfermedad o los impedimentos físicos rara vez constituyen causas principales de depresión, suelen complicar los sentimientos de inseguridad y abandono del niño. El debilitamiento físico puede disminuir el umbral de tolerancia hasta volver al niño más susceptible a las dificultades emocionales.
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