Aunque la varicela es una enfermedad leve, puede llegar a complicarse en lactantes, adolescentes y adultos, y representa un riesgo alto cuando se trata de mujeres embarazadas.
Este padecimiento es altamente contagioso y entre las complicaciones que provoca están las infecciones bacterianas, deshidratación, neumonía y afecciones en el sistema nervioso central.
La varicela se transmite a través del aire, cuando las personas que ya portan la infección tosen o estornudan, así como por el contacto físico con los fluidos de las ronchas en la piel.
Esta transmisión se da en un periodo largo, cuando incluso todavía desconocen que la padecen y hasta que las ronchas se hayan secado.
Tras la aparición de los síntomas, surgen las primeras erupciones en la piel, que empiezan como pequeños puntos rojos o erupciones en el pecho, abdomen o espalda que después se extienden a las extremidades y la cara. También se pueden presentar en la boca y garganta.
Estos puntos se convierten en ampollas con líquido claro que al volverse turbio, se puede reventar y formar costras, las que generan comezón e irritación y pueden dejar cicatrices permanentes.
En un periodo de dos semanas, el enfermo debe ser aislado y sobre todo evitar el contacto con personas que no han padecido varicela, hasta que todas las ampollas hayan formado costra.
Cuando un adulto la contrae, el médico regularmente suministra antibióticos para tratar las infecciones que se derivan de la varicela, pues de lo contrario su estado de salud se puede agravar.
Actualmente, existe una vacuna que protege a los más pequeños del virus, que se recomienda aplicar en menores de 12 meses de edad y los mayores que no han sido contagiados.
Su protección es duradera y regularmente no provoca reacciones.
Consejos Médicos
Síntomas
Antes de las erupciones de la varicela se presentan algunos síntomas como:
⇒ Irritabilidad.
⇒ Fiebre.
⇒ Dolor o malestar general.
⇒ Pérdida del apetito.