Fuera de serie. Ya sea con sus exóticos y divertidos bailes, o con su receta de sus Papas light o ya sea con la manera de preparar sus papas, Silvia se ha ganado el cariño de quienes acuden al béisbol.
Su "pasión" por el béisbol inició hace 4 años. Sin embargo, el tiempo no ha sido suficiente para que Silvia Lira Román conozca las reglas del juego o por lo menos quién ganó o perdió en cada partido.
"Papas light" como la conocen los amantes del "beis", no puede pasar desapercibida. Más que portar su color naranja, como el de los Vaqueros Laguna, sus bailes exóticos son los que la han lanzado a la fama, por lo menos entre el público que no se pierde ningún partido en el Estadio Revolución.
Corre de un lado para otro entre los pasillos sin soltar su caja de papas fritas, "Cien por ciento naturales", asegura Silvia, haciendo una pausa en su andar en medio de la primera entrada del encuentro.
INICIA UNA AVENTURA
Sentada, pero sin dejar de atender a su clientela, cuenta cómo inició su aventura. Recuerda que fue una amiga, casi de la familia, dice, quien la invitó a trabajar al estadio. "Le pregunté: '¿ahí qué?' Me dice: 'juegan beis', y '¿qué voy hacer?, ¿la limpieza o qué?' Me dijo: 'no, vas a vender papitas'".
De inmediato se entrevistó con la dueña del negocio, quien no estaba segura que pudiera dar el "ancho". Confiada y llena de energía, la retó. "'Se la voy a poner fácil, le dije, si no logro vender, le pago la caja de papas, pero si le vendo una caja y media, usted me paga dos', entonces aceptó", cuenta emocionada.
Sólo bastaron unos minutos para que vendiera todos los vasos de papas. "Cuando terminé, me acerqué a la señora para decirle que ya me iba, que no le servía para el negocio, pero no me lo permitió, me pidió que me quedara". Desde entonces, no ha parado de hacerlo, partido tras partido.
UNA VENTA DIFERENTE
Hoy en día vende de tres a cuatro cajas de papas, cada una con 12 vasos a 25 pesos. Y es que asegura que su promoción 2 x 1 siempre está vigente, "Sí, 2x1 porque uno come y el otro ve (los ojos)", explica "Papas light" sus estrategias de venta.
No existe receta secreta, únicamente sus encantadores bailes que realiza entre venta y venta y siempre y cuando la música lo permita. "Mire si quiere le muestro cómo", dice mientras se contonea al ritmo de las canciones del grupo Maná y el público le aplaude para que no pare de bailar.
Gracias a su singular manera de vender, Silvia se ha ganado el cariño del público. "Papas light" le pueden gritar en la calle, ya sea en Torreón o en Lerdo, "mucha gente me conoce", dice sonriente.
Aunque ha pasado cuatro años de su vida en el estadio sin perderse ningún partido de béisbol, Silvia no sabe nada de este deporte, "a veces la gente me pregunta 'cómo va', y yo digo 'quiénes', o 'quién ganó', 'pero de qué', les digo. La verdad es que no le sé", dice sin pena alguna la mujer de las papas.
MÁS ALLÁ DEL TERRENO DE JUEGO
Silvia no descansa. A sus 50 años de edad, comenta que cuando no está vendiendo en los partidos, se dedica a ofrecer sus productos naturales o bien, limpia casas ajenas, porque asegura que la situación está difícil.
Tiene dos hijos: Hugo y Marisol. Es su hija, quien le da asilo cuando sale a trabajar al estadio, porque los juegos se prolongan hasta muy tarde. Vive en la colonia El Huarache, en Lerdo, desde donde se traslada en camión hasta Torreón para estar puntual.
Su energía parece no terminar. Las horas pasan y ella no pierde la sonrisa ni las ganas de trabajar como desde el primer minuto. Como otros amantes de su profesión, asegura que continuará hasta que Dios lo permita.