La visita del Presidente Felipe Calderón a la peronera capital ayer, transcurrió con una tersura inesperada para las recientes fricciones que traía el preciso con el gober Humberto Moreira. La gira tuvo un sabor a despedida, pues lo más probable es que sea la última visita presidencial antes de que el gober deje el Palacio Rosa. La relación Calderón-Moreira había mejorado en los últimos meses ante la crisis de seguridad en La Laguna y los estragos del huracán “Alex” en el centro y norte de Coahuila, pero amenazaba con descomponerse ante las recriminaciones mutuas por el ejercicio de recursos federales. Además, un episodio de esta misma semana en la Secretaría de Economía pudo haber puesto un mal augurio en la gira, cuyo tema era el desarrollo económico, pues don Felipe fue a inaugurar la expansión de una planta automotriz y a supervisar carreteras. Nuestros subagentes reportan que el secretario de Economía, Bruno Ferrari, dejó plantados a varios empresarios laguneros que viajaron a la capirucha del esmog a una cita que había sido gestionada por el Gobierno del Estado. Ya en el DeEfe, la oficina de don Bruno canceló la cita, lo que dejó a los “ipecos” arrojando humo. Los subagentes reportan que en el gobierno estatal se preparaban para echar bronca, pero se comenta que el “plantón” pudo deberse a que el secretario de Fomento Económico del Estado, Jorge Alanís, no amarró bien la cita, y que por eso la agenda del jefazo de Economía no la tenía contemplada. “Haiga sido como haiga sido”, don Bruno repuso la cita ayer en Saltillo para tratar el tema de posibles inversiones en La Laguna. Lo que resulta curioso es que el funcionario federal haya visitado ayer Saltillo y preparaba una visita a Durango, pero no puso un pie en La Laguna, nomás la pasó por arriba. Así estarán sus prioridades.
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Para dos panistas, la gira de Felipe Calderón fue una oportunidad para agarrar reflectores y una bocanada de oxígeno político. El problema es que no les salió como esperaban. Por un lado, el delegado de Comunicaciones y Transportes, Jesús de León, fue protagonista en la supervisión de la carretera Saltillo-Zacatecas, pero en el evento al presidente se le ocurrió preguntarle a don Chuy la longitud de la vía, a lo que el delegado puso cara en blanco porque no sabía, lo que provocó un reclamo de don Felipe. El titular de SCT, Juan Molinar Horcasitas, tuvo que salvar a su subordinado con la respuesta (343 kilómetros), pero don Chuy se hizo chiquito con la regañada presidencial. Por otra parte, el senador Guillermo Anaya andaba de invitado del “preciso” e hizo todo lo posible por pegarse a su compadre, pero nuestros subagentes comentan que, en una de ésas, quiso subirse al presidium donde no tenía lugar asignado y el Estado Mayor lo tuvo que bajar. Y es que don Memo andaba en busca de quedar “ungido” por el hombre de Los Pinos para la candidatura del PAN a gobernador el año que entra.
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En este afán de posicionarse rumbo a las elecciones, Guillermo Anaya ha andado muy activo y ahora se agarra de cualquier tema para meter su cuchara. Así sucedió con el asunto del agua con arsénico en Torreón, cuando don Memo presentó un punto de acuerdo en el Senado para exigir acciones para limpiar el agua potable en la ciudad. Pero nuestros subagentes detectan algunos síntomas de oportunismo político en la medida. Uno, que don Memo hizo como que descubrió el hilo negro, pues promovió el punto cuando el debate sobre los altos niveles de arsénico en el agua ya llevaba semanas tras la revelación de los análisis en las norias. Por otra parte, tampoco es la primera vez que se trata el tema en el Congreso, pues desde la Legislatura pasada la preocupación fue expresada por los entonces curulecos laguneros Javier Guerrero y Carlos Bracho y en la actual el tema ha sido impulsado por el saltillense Héctor Franco, aunque todos con nulos resultados. Obviamente un punto de acuerdo es mucho más cómodo que hacer cabildeo con funcionarios federales para que de veras se apliquen al problema del agua. Pero don Memo, con su experiencia como senador y antes diputado local y federal, debería saber que los puntos de acuerdo en las cámaras son como los reportes de robo en Torreón: nadie les hace caso.
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Mientras que los ojos de los “grillos” coahuilenses están puestos en la futura solicitud de licencia del gober Humberto Moreira, hay otros que también preparan maletas en la Ciudad de México para separarse de sus cargos, siguiendo la tradición de “chapulines” que ha caracterizado al “Gobierno de la Gente”. El más relevante, por supuesto, es la licencia del curuleco y hermano cómodo Rubén Moreira para lanzarse a gobernador, y que se daría en diciembre. Pero nuestros subagentes comentan que en San Lázaro también se cocina la licencia del diputado Miguel Ángel Riquelme, quien ocuparía un alto cargo en la campaña de don Rubén o en el Comité Estatal del PRI. De ahí, el legislador lagunero podría brincar a un puesto en el “Gobierno de la Gente II” o a un posible interinato en Torreón si se cumple la cada vez más fuerte especulación de que el alcalde Eduardo Olmos volvería a las andadas de “chapulín”. Obviamente, las más contentas son las suplentes de don Rubén y don Miguel, Diana Patricia González y Josefina Rodarte, respectivamente, quienes tendrían más de un año y medio para gozar las mieles del presupuesto legislativo.
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El jefazo de la Policía de Torreón, Carlos Bibiano Villa Castillo, se fue de boca con sus acostumbradas declaraciones, pues en una le salió el tiro por la culata. Sucedió en la colonia Ampliación La Rosita, cuando don Bibiano lanzó el programa “Vecino Vigilante” para que los colonos se organicen con la Policía contra los ladrones en sus cuadras. En la ceremonia, con su estilo característico, el General Villa soltó que el programa funcionaría a las mil maravillas y retó a que si no era así, los colonos podían ir “a gritar en mi cara: ‘Bibiano, eres un bocón’”. Pues resulta que no acababan de arrancar el programa cuando los ladrones hicieron de las suyas y en un par de días se llevaron prácticamente todos los medidores de agua y las tapas de alcantarilla del sector. La pregunta ahora es si los colonos le van a tomar la palabra al General Villa y llamarlo “marmitón” en público.
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Cuentan nuestras subagentes disfrazadas de secretarias que en las últimas administraciones municipales Gómez Palacio no había tenido un síndico del Ayuntamiento tan acicalado y galán como Gabriel Villalobos Mora: joven, buen mozo, de un rubio natural, vestido con ropa de marca que parece sacada de una revista de moda y que lleva hasta en los recorridos por las colonias más pobres. Es así como, en el Cabildo, se ha ganado a pulso el apodo de “muñeco del pastel”. Pero ese no es el problema con el síndico, sino el hecho de que ya se da aires de presidente municipal y a menos de dos meses de que empezó a cobrar en la nómina se agenció camioneta del año, chofer, guaruras y hasta secretario particular, privilegio que anteriormente sólo gozaba el alcalde. El síndico es la carta que el grupo del ex alcalde Carlos Herrera le endosó a la alcaldesa Rocío Rebollo y su posición le da un rol en las finanzas municipales, pues preside la Comisión de Hacienda y encabezó el comité de entrega-recepción. Este puesto le permite a don Gabriel tener el mismo cuidado con su pellejo que el que tiene con su imagen. Hasta ahora no ha firmado ninguna de las actas que evidencian el estado en que la actual administración recibió las finanzas de la anterior, ni ha firmado los dictámenes sobre los últimos estados financieros de la administración pasada. No vaya a ser que lo agarren avalando alguna “movida” y le lluevan rayos en su milpa.