Cansada de vivir en las sombras, a escondidas y sin derechos, Rosy Medina abordó en Dallas el autobús que la transportaría a Washington, D.C, para participar este domingo en una marcha en demanda de una reforma migratoria integral.
"Vivimos en la intranquilidad, con pánico, sin poder comprar casa, sin tener licencias para conducir", dijo Medina, una profesionista mexicana que desde hace ocho años reside de manera ilegal en Arlington, un suburbio de Dallas, Texas.
Con la esperanza de que eso termine, Medina, originaria de la Ciudad de México, partió la noche del viernes junto con otras 320 personas en una caravana de seis autobuses y dos camionetas que conforman la delegación de Texas que acudirá a la marcha.
Se espera que el evento "Marcha por América" reúna este domingo a unas 100 mil personas de todo Estados Unidos, quienes pedirán una reforma a las leyes migratorias para legalizar a unos 12 millones de indocumentados que residen en este país.
"Vamos para ser la voz de millones que sólo piden se les den las mismas oportunidades que a todos, que se les deje trabajar y que no se les persiga", apuntó Rosa María Ramos, una residente de Brownsville, Texas, que hace 17 años inmigró procedente de México.
Ramos y otras cinco amigas viajaron en su camioneta el viernes hasta Austin, Texas, para abordar el camión que trajo a los residentes de esa ciudad a Dallas para sumarse a la caravana.
La mujer, integrante de la organización pro inmigrante "Movimiento del Valle" en Brownsville, dijo haber vivido 10 años como indocumentada y haber experimentado el "terror" de quienes residen "sin papeles" en este país.
"Te sientes constantemente perseguido, te da miedo todo", recordó Ramos.
Sandra Juárez es otra de las inmigrantes indocumentadas que viaja a Washington para participar en la marcha, acompañada por su madre.
La joven universitaria dice que va a exigir sus derechos al Gobierno del país donde ha vivido toda su vida, pero en el que no se le concede el derecho básico a trabajar y ejercer su profesión una vez que se gradúe.
Sandra reside en Estados Unidos desde que tenía seis meses, cuando su madre Sara cruzó con ella la frontera. Nunca ha regresado a la Ciudad de México, donde nació.
Sin embargo, para las autoridades estadounidenses, Sandra es una indocumentada que, de ser detectada y detenida, deberá ser deportada a un país al que nunca ha vuelto desde que era una bebé.
"Eso no está bien. No es el sistema de justicia y oportunidades en las que supuestamente se basa este país", sostuvo la joven.