Mientras observaba un video del famoso poeta y cantante Alberto Cortez en la letra se escucha; ¡qué suerte he tenido de nacer...! y en verdad tú que lees esto al igual que el que esto escribe en verdad hemos tenido ¡la fortuna de nacer!, ¿a qué me quiero referir con esto?... pues verán, si el día de hoy hemos podido observar la luz del nuevo día en verdad somos afortunados, y si podemos caminar, hablar, comer, y hacer nuestras actividades cotidianas a pesar de todas las dificultades y vicisitudes pues en verdad somos afortunados.
Ya hace décadas la humanidad se mostró horrorizada con el descubrimiento de los campos de exterminio del tristemente célebre Adolfo Hitler, donde cientos de miles de seres humanos fueron asesinados, pero parece que para muchos esto ya no significa nada, pues la violencia generalizada en la que estamos viviendo aunque nos angustia, cada vez más nos estamos acostumbrando (desgraciadamente) a verla como algo natural de nuestro diario vivir, pues todos los días nos enteramos que gente próxima a nosotros es víctima de secuestro, violaciones y robo con violencia de sus bienes y cuando menos a una extorsión.
Tiempos duros difíciles y de oscuridad nos están tocando vivir, sabemos que los que sirven a un único dios que se llama dinero, son capaces de hacer mucho daño por obtenerlo, ¿pero qué pasa con ese otro holocausto que actualmente se ha llegado a legalizar?... Sí amables lectores me refiero a los miles de niños nonatos, es decir que no llegaron a nacer y que han sido asesinados en el pomposamente llamado Distrito Federal, claro que allí no se le designa con el nombre de asesinato, sino con el de "interrupción legal de embarazo" y que al mes de agosto del año 2009, se han ejecutado, (perdón interrumpido) la cifra de 29,212 inocentes cuyo único pecado fue el de ser concebidos, y sentenciados a muerte por misántropos (misantropía odio a la humanidad) investidos de legalidad y disfrazados de defensores de los derechos humanos, estas personas que hicieron legal lo ilegal no tenían nada de que preocuparse, pues ellos ya Vivían en este mundo y desde luego no corrían ningún peligro de que a ellos los abortaran pues ya cuentan con bastantes añitos de andar "cascareando en la canica" (como se refiere don Gabriel Vargas en la famosa revista la Familia Burrón a la gente que vivimos en este mundo).
En el D.F. se autoriza el aborto inclusive a menores de edad, quienes dicho sea de paso no están aptas ni física ni psicológicamente para poder tomar una decisión y ésa se deja en manos de otras personas que sólo Dios sabe cuáles son sus verdaderas intenciones o fines para orillar a estas menores a llevar a cabo semejante acto de lesa humanidad, y hablando de esto ¿te has preguntado sobre las consecuencias psicológicas y/o psiquiátricas, que quedan en las mujeres que se han practicado algún aborto?, de esto desde luego no nos informa ninguna autoridad, pero vamos a tratar de explicar algunas:
La gran mayoría de las mujeres que abortan al paso de los años sufren de gran depresión, pues piensan continuamente y sienten remordimiento por "el hijo que pudieron haber dado a luz", desgraciadamente este remordimiento perdura toda la vida e inclusive llegan a conmemorar el aniversario del "día del aborto", o la fecha en que debió haber nacido y si se les llega a preguntar al respecto manifiestan "no sé por qué lo hice", a esta situación de ansiedad y depresión se le conoce como síndrome post aborto y está caracterizado por: angustia, ansiedad, uso de drogas, pérdida de la autoestima, sentimiento de culpa, insomnio, pesadillas aterradoras, abuso de fármacos, afecciones psicosomáticas, agotamiento, dificultad de concentración, misantropía y depresión y esto se complica más si la persona en cuestión al igual que con el alcoholismo niega el haber efectuado dicho procedimiento.
La Dra. María Simón, psicóloga en la Clínica Ginecológica Universitaria de Würzburg (Alemania), señala que: "Al 52 por ciento de las mujeres que han abortado les molesta ver a mujeres embarazadas, porque les recuerdan sus propios hijos abortados. En el 70 por ciento de las mujeres surge una y otra vez el pensamiento de cómo serían las cosas si el niño abortado viviera ahora. Además, las encuestas arrojan proporciones de hasta 50 por ciento de uniones que se rompen después de un aborto".
Estarán de acuerdo conmigo amables lectores que el instinto materno de la mujer es el de proteger criar y cuidar de sus hijos pero muchas menores de edad pueden ser forzadas por su misma inmadurez y por terceras personas a llegar a cometer este acto que las deje dañadas de por vida, a lo que la Dra. Wanda Franz, de la Universidad de West Virginia (EE.UU.) comenta:
"Que, cuando una mujer acepta someterse a un aborto, ella consiente en asistir a la ejecución de su propio hijo. Esa amarga realidad... se opone a la realidad biológica de la mujer, que ha sido ordenada precisamente para el cuidado y nutrición de su hijo, incluso no nacido. Asumir el papel de "verdugo", especialmente de su propio hijo, sobre el cual ella misma reconoce la responsabilidad de protegerlo, es extremadamente doloroso y difícil".
Por otro lado el padre del abortado también es susceptible de sufrir trastornos de tipo emocional, al igual que la madre del niño lo que conlleva a la ruptura de la relación sentimental con su pareja.
En fin, como lo mencioné al inicio de esta columna si tú estás leyendo esto, es gracias a que tuviste la fortuna de que nadie decidiera el haberte matado antes de que nacieras y pasaras a formar parte de las estadísticas de este nuevo holocausto neonatal.
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