Desde que Eva le dio a Adán el fruto prohibido, el hombre tuvo la necesidad de vestirse pues conoció entonces que estaba desnudo. Es a través de los tiempos y desde siglos ancestrales que el uso de la ropa se extendió desde las culturas chinas hasta las romanas pasando desde luego por la civilización griega. El hombre aprendió a utilizar diferentes materiales tales como la lana, el lino, la seda y el algodón y con estos aprendió a confeccionar las telas que le sirvieron para cubrir su cuerpo. Con el tiempo el arte de fabricar ropa fue pasando de generación a generación y el vestuario fue evolucionando y cambiando durante las diferentes épocas y con las diferentes culturas.
Durante muchos siglos la confección de la ropa era hecha exclusivamente a mano, y gracias a las agujas que se llegaron a fabricar con diversos materiales como la madera, el hueso e inclusive los cuernos de los animales, pero no es sino hasta el Siglo XIV de nuestra era cuando se fabrica la primera aguja de metal con un ojillo para ensartar el hilo muy similares a las que conocemos hoy en día. Mucha gente se ocupaba de fabricar prendas y en tiempos modernos esto se conoció como sastrería, tratándose de un oficio bastante reconocido. Pero como ya lo hemos mencionado; el proceso era totalmente a mano y las puntadas para unir las diferentes piezas de tela se hacían una a una aunque con demasiada habilidad pues los pedidos de las prendas de vestir hacían que la demanda sobrepasara a la oferta, y aunque desde tiempos antiguos ya se utilizaban los telares para la fabricación de las telas no existía ninguna máquina que pudiera facilitar a los antiguos sastres la costura. Desde luego el anhelo de contar con alguna máquina que pudiera realizar el trabajo con más rapidez y facilidad estaba en la mente de mucha gente y no fue sino hasta el Siglo XVIII cuando se hacen los primeros intentos de contar con un modelo de máquina de coser que pudiera ayudar en esta labor, la primera patente de una máquina fue en el año de 1755 siendo otorgada a un alemán de nombre Charles Weisenthal quien jamás presentó el modelo de dicha máquina y en el año de 1790 un inglés llamado Thomas Saint para no quedarse atrás presentó un prototipo que jamás pudo llegar a funcionar, y así fueron pasando los años con diferentes inventores pero ningún modelo pudo ser funcional, sólo hasta el año de 1830 un sastre francés conocido como Barthelemy Thimonnier (Bartolomeo acá para los cuates), fue quien presentó una máquina que sí fue capaz de coser, y podía ser utilizada por diferentes personas, dicho artefacto era capaz de coser de manera vertical. Bartolomeo invitó a varios inversionistas que creían en su invento, quienes lo financiaron para que pudiera montar una fábrica (que sería la primera maquiladora de la historia) y llegó a contar con 80 máquinas, pero como la envidia no anda en burro, los sastres se levantaron en armas y fueron a destruir el taller de Bartolomeo, por lo que éste quedó en la ruina. Con una sola máquina que pudo rescatar huyó a Inglaterra donde murió pobre en un asilo. Después en 1834 pero en EE.UU. Walther construyó otra máquina que también tuvo éxito, pero tuvo miedo de que provocara desempleo por lo que no se atrevió a patentarla. Fue en 1846 cuando un mecánico construyó un nuevo modelo que a diferencia del anterior utilizaba dos carretes de hilo en lugar de uno con los que el hilo se iba encadenando a la tela, logrando una costura más eficiente su nombre era; Elías Howe y era originario de un pueblito del Estado de Massachuttes, su primer modelo presentaba fallas por lo que decidió buscar un inversionista para que sufragara los gastos de él y su familia y poder construir otro modelo que fuera más eficiente, lo que consiguió cuando él cumplió la edad de 27 años y a diferencia del modelo anterior que era fue más caro y defectuoso, esta máquina resultó ser más eficiente y desde luego más barata pero desgraciadamente ésta no se vendió por lo que el inversionista lo abandonó y él se fue a Inglaterra donde vivía un hermano. Un bribón que fabricaba corsés se aprovechó de su invento y lo adaptó para su uso en esas prendas, patentándolo posteriormente a su nombre dejando en la calle al estadounidense el cual se tuvo que regresar de nuevo a su país y llegando a éste, se enteró que su esposa estaba grave víctima de la tuberculosis, pues debido a la pobreza en que vivía en no pocas ocasiones se quedaba sin comer. Al poco tiempo ella muere y para poder asistir al funeral tuvo que hacerlo con un traje prestado. En ese entonces otros inventores se habían aprovechado de su creación adaptando modificaciones a su invento, entre ellos se encontraba Isaac Singer, que creó un modelo que cosía de manera vertical en lugar del de lado a lado como el de Elías y en lugar de una manivela le adaptó un pedal, por lo que al enterarse de esto se dirigió a hablar con él, explicándole de una manera humilde que esto violaba sus derechos de patente, pero que le ofrecía estos derechos en sólo dos mil dólares. Singer se burló de él e inclusive amenazó con agredirlo, por lo que el pobre hombre se tuvo que retirar. Reflexionando sobre lo que le había sucedido regresó a exigirle a Singer el pago de 25,000 dólares tan sólo por la licencia para que éste pudiera fabricar máquinas, pero de nuevo fue corrido por el empresario. Humillado y dolorido, decidió poner una demanda a todos aquéllos que fabricaran máquinas basadas en su modelo, logrando llegar a un acuerdo con todos los demás fabricantes menos con Singer. Por lo que se entabló una batalla legal donde se vio involucrado otro inventor con el fin de desprestigiar al pobre de Elías, afortunadamente una corte falló a su favor y condenó a Singer a pagarle miles de dólares por concepto de daños, así como 25 dólares más por cada una de las máquinas que llegara a fabricar, logrando reunir el inventor más de dos millones de dólares por los derechos saliendo para siempre de la pobreza.
En ese tiempo las máquinas de coser eran caras y estaban enfocadas a su uso por sastres o personas dedicadas a la confección de ropa, por lo que para abaratar costos, Singer desarrolló una planta de producción en serie, mas sin embargo la clientela que adquiría sus máquinas no le generaba suficientes ganancias por lo que se le ocurrió la brillante idea de venderlas a las amas de casa, cosa que no fue nada fácil, pues casi nadie podía adquirirlas ya que su precio excedía los ingresos de algunas familias en más de 3 meses de trabajo, ideando entonces un sistema de pagos en abonos con lo que se facilitaba la adquisición de estos equipos utilizando además la demostración en público donde una mujer podía trabajar con ésta sin mayores dificultades y otorgando capacitación a todas aquéllas que adquirieran una, lo que le funcionó de maravillas y con el tiempo se convirtió en el fabricante de máquinas de coser más grande del mundo amén, de hacerse multimillonario y abriendo tiendas en todo Estados Unidos, que se extendieron a más de 150 países de todo el mundo incluyendo México, murió amargado en el año de 1867.
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