Indocumentados. La patrulla debe hacer cumplir las leyes para prevenir que los contrabandistas y traficantes de seres humanos usen los centros de tránsito.
Agentes de inmigración vigilan las estaciones de trenes en el oeste de Nueva York y detienen a los pasajeros que no pueden probar de forma satisfactoria su status migratorio, publicó ayer The New York Times (NYT).
El Times señaló que los agentes de inmigración están patrullando zonas más lejanas de las área fronterizas de la Unión Americana.
Destacó que recientemente personal de inmigración cuestionó durante la madrugada de ayer a los pasajeros en la estación en Buffalo, que viajaban hacia Rochester, dónde habían nacido.
El diario citó a Ruth Fernández, de 60 años, quien nació en Ecuador y es naturalizada estadounidense, que dijo que los agentes le preguntaron en la estación si tenía documentos legales para estar en el país.
Pese a que sólo viajaba hacia Nueva York desde casa de su hermana en Ohio, Fernández se aseguró de portar su pasaporte estadounidense.
Sin embargo, la ecuatoriana dijo que de manera previa fue fotografiada y fue testigo de cómo sacaron de la estación a un hombre hispano que se notaba nervioso.
El diario indicó que cientos de pasajeros son llevados a prisión cada año, detenidos en trenes y autobuses nacionales a lo largo del norte de la nación que bordea la zona fronteriza.
Los poco publicitados controles en el transporte son el resultado del crecimiento de la Patrulla Fronteriza desde el 11 de septiembre, impulsado por fondos antiterroristas del Congreso y la ampliación de lo que se define como la jurisdicción fronteriza.
En la zona de Rochester, donde la frontera está a varias millas de distancia, la patrulla ha arrestado a dos mil 788 pasajeros desde octubre de 2005 hasta septiembre de 2009.
Rafael Lemaitre, vocero de Aduanas y Protección Fronteriza aseguró que los controles son "un componente vital de nuestros esfuerzos globales de seguridad fronteriza" para prevenir el terrorismo y la entrada ilegal al país.
Agregó que la patrulla debe hacer cumplir las leyes de inmigración dentro de los 160 kilómetros de la frontera, y que con ello se busca prevenir que los contrabandistas y traficantes de seres humanos usen los centros de tránsito.
Aunque algunos ciudadanos dijeron sentirse ofendidos con el cuestionamiento, a otros no les molesta y se sienten más seguros de viajar.