Centenario. Aspecto del Desfile cívico deportivo en la Ciudad de México.
Seis días después del día del aniversario de la Revolución, y con casi una hora de retraso, inició el desfile cívico deportivo del Centenario Social de la Revolución Mexicana en Paseo de la Reforma, desde el Ángel de la Independencia hasta el Monumento a la Revolución.
El evento estaba programado a las nueve de la mañana, hora en la que apenas se montaba el templete donde funcionarios del gobierno capitalino, diputados locales y galardonados por el Instituto del Deporte del DF presenciarían el evento.
A las 10:00 horas los asistentes, desesperados, comenzaron la rechifla y los contingentes, poco nutridos, se sacudieron la espera.
Con pocos aplausos y baja audiencia, la escolta de adelitas de la delegación Azcapotzalco abrió el desfile. Mientras tanto, la banda de guerra de la Escuela Comercial de la Cámara de Comercio marcaba el paso a las bastoneras, quienes con bandera en mano realizaban toda clase de suertes rítmicas.
Se leían pancartas con la leyenda "Zapata vive, la lucha sigue", unos cuantos -porque no hubo para todos- agitaban banderitas de papel y repentinamente les echaban una que otra porra.
Los más entusiasmados eran los más pequeños, quienes saludaban y sonreían sin dificultad y con mirada de asombro veían a quienes realizaban suertes y acrobacias entre pirámides humanas y aros de fuego.
Motociclistas, charros a caballo, universitarios, patinadores, ciclistas y deportistas paralímpicos recorrieron Paseo de la Reforma rumbo al Monumento a la Revolución, a la vez que el Cuerpo de Bomberos y luchadores presumían su abundante musculatura.
En las bocinas se escuchaba "La Rielera" mientras "las glorias del deporte" como los medallistas Joel Sánchez, Carlos Mercenario, Mario González, Agustín Zaragoza, entre otros, desfilaban en carros de colección que demandaban atención con el rugir de su motor.
Las adelitas fueron las encargadas de poner el color; con faldas largas, el cabello trenzado y los labios rojos, bailaban al ritmo del son.
LOS DESCENDIENTES Y apareció Villa, montado en una Harley 1100, con sombrero, chaleco y botas, camisa a cuadros y una enorme sonrisa, Agustín Villa, nieto del legendario héroe revolucionario, El centauro del Norte también desfiló en representación de su abuelo.
En tanto, en el templete, Édgar Zapata, bisnieto de El Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, aseguró que aquella revolución que inició hace cien años todavía está inconclusa, "pero hoy hay que reflexionar, ya no queremos una revolución armada, sino una de conciencia".
Al respecto de los festejos realizados por el Gobierno Federal en conmemoración del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, se quedaron cortos y fueron sólo de relumbrón, dijo.
Tomás Villa, otro de los invitados de honor al desfile deportivo y nieto de Francisco Villa, aseguró que "la lucha de mi abuelo debería vivirse día a día, para mantener vivos los ideales y para que no se nos olvide quiénes fueron nuestros héroes".
"La revolución no está en el festejo sino en cómo vivimos todos los días, la revolución está en los más humildes pueblos y en los ideales de cada uno de nosotros", añadió.
Los contingentes arribaron al Monumento a la Revolución y luego de un tiempo, se dispersaron.