Violencia... que se ve
Qué pensaría un televidente que, sentado en la sala de su casa, se encuentra de pronto con la imagen de una mujer indígena colgada de un árbol y enfrente de ella Christian Bach, quien justifica la escena con una frase: "Sabía demasiado".
O que viera una escena de un hombre matando a batazos a su enemigo en la telenovela Pasión Morena (TV Azteca, 2009). Más entrada la noche, ese mismo televidente puede encontrarse con un experto en artes marciales apodado El Pantera (Televisa, 2007), quien se mide con narcomenudistas que ejecutan y secuestran a personas a diestra y siniestra.
Escenas como éstas comienzan a ser recurrentes en la televisión mexicana.
EL INICIO
En los inicios de la televisión, la violencia de los personajes parecía un tanto ingenua, se les llamaba villanos a los que trataban mal a las personas, pero conforme pasan los años y cambia el mundo y el país, la concepción de lo violento se volvió más elaborada y se muestra similar a la de la delincuencia organizada.
El ejemplo es la nueva telenovela de TV Azteca, Vidas Robadas, que inició el lunes a las 20:30 horas por Azteca 13, y en la que desde sus primeras escenas muestra al actor Luis Felipe Tovar con armas y con varios cadáveres a alrededor. También se verán ejecuciones ordenadas por la antagonista de la historia, Christian Bach, una mujer que usa esas técnicas para meterle miedo a los pobladores de una comunidad indígena.
DE MALOS A MATONES
"Hacia mediados de los años 90, se empieza a dar a mayor escala la violencia, porque tiene que ver con los temas sociales que han abierto los ojos a la sociedad, y es así que nos llegan de otros países y del propio México historias reales, esto es el gran cambio y a partir de ahí los temas del narco se hacen más vivenciales", explica Roberto Rondero, especialista en temas televisivos.
La televisión tuvo una gran apertura con la llegada de Argos, de Epigmenio Ibarra y Carlos Payán, en 1996 cuando Nada Personal, una historia escrita por Alberto Barrera, narraba la crudeza de un país con escenas lejanas a la hipocresía y la doble moral de otras telenovelas. Mostrar a los personajes como son en la vida misma: "No sólo con una pistolita, sino con violencia explícita, le decían al televidente quién era un narco y un matón sin disfrazarlo y sin caer en clichés", dice Rondero.
Los asesinatos en la televisión son manejados como nota roja y escasos proyecto en México retratan el tema del narco, "por temor", aseguran algunos escritores jóvenes de TV Azteca. Sobre todo, porque la gente involucrada en estos proyectos siente que puede molestar a algún capo de la droga y enfrentarse a una posible venganza, por lo que todo se maneja con medida y hasta con censura.
LA CENSURA Christian Bach y Humberto Zurita, con su empresa productora ZUBA, quisieron mostrar un país como lo vemos a diario en los noticiarios con sus proyectos El Candidato (1999) y Agua y Aceite (2002), esta última, después de un mes y medio al aire, adelantó su final porque contenía escenas lésbicas, violentas y de narcotráfico: "La razón fue un asunto de censura y punto", dijo Bach en diciembre pasado.
Otro caso de violencia ha sido la adaptación en México de la serie argentina Mujeres Asesinas, la cual muestra mucha sangre en pantalla y retrata una realidad contundente de lo que vivimos, las de personas que por alguna razón se vuelven criminales. Con esta serie, la televisión mexicana mostró primera vez violencia explícita desde su título y demuestra los tiempos que estamos viviendo, sin recovecos y sin trucos.
Hay un testimonio de TV Azteca sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, una miniserie de cinco horas transmitida en 2004 que se llamó Tan Infinito como el Desierto. Fue producida por Genoveva Martínez, quien se atrevió a denunciar los feminicidios y la violencia constantes en esa ciudad desde 1993, cuando comenzaron a aparecer cuerpos de mujeres brutalmente asesinadas.
La serie, protagonizada por Ana Serradilla, "tuvo un final intenso y muy violento, como todos los capítulos, enseñando como los delincuentes son protegidos por las autoridades, en verdad se te eriza la piel", opina sobre el tema una lectora del blog en Internet, El megáfono.
RETRATO DE LA REALIDAD Para el autor de la telenovela Vidas Robadas, el argentino Jorge Maestro, desde los primeros capítulos decidió que la sangre tenía que correr en su historia para llamar la atención y demostrar la realidad de un México bárbaro que tiene cientos de ejecuciones impunes y mafiosos libres.
El director de escena de TV Azteca, Carlos Guerra, dice que la nueva etapa de la televisión se ve en las telenovelas, "porque no pueden ser las mismas que hace 50 años", de hecho el público manda críticas a las televisoras, porque se cae en la violencia sin necesidad, según relata el propio Carlos Guerra
Para el experimentado productor Emilio Larrosa (Hasta que el Dinero nos Separe), los personajes de la televisión tienen que sacarse de las calles, de las ciudades, de los caminos sinuosos de los pueblos, de la frontera, de la política.
"El género de la telenovela ha trascendido a conceptos políticos y de violencia, pese a ello sigue siendo de los espectáculos de televisión más vistos en el mundo, nosotros hemos superado hasta partidos de futbol, que es un deporte amado en nuestro país.... ", dijo Larrosa.
Televisa le ha entrado al tema, pero de manera muy cuidadosa, con personajes de caricatura, como la actual telenovela Zacatillo, un Lugar en tu Corazón, la cual grabó un intento de asesinato mal logrado, a cargo de los antagonistas.
En Camaleones, la teleserie de Belinda y Alfonso Herrera, se quiso retratar a dos ladrones simpáticos, pero que finalmente se dedican a robar. La idea no funcionó ante el público juvenil, pese a una exaltación sobre este ilícito.
En los próximos meses, la televisora del Ajusco prepara una serie de acción y suspenso que involucrará al ambiente de la investigación periodística, un tanto policiaca sin eliminar las situaciones reales de ejecuciones y desapariciones a consecuencia del narcotráfico.