Es grande la preocupación que vivimos por la violencia; nos ha quitado la libertad y a los jóvenes, les robó sus espacios sociales y esparcimiento.
Recuerde el lema pronunciado hace apenas unos cuantos años, repetidamente: "Lo más valioso de México son sus jóvenes" y ahí nos están golpeando.
La violencia nos acompaña desde siempre; entre los clanes de cavernícolas, quienes con la fuerza bruta y la extensión de sus manos, agredían o defendían posesiones y territorios.
Igual sucedió con los nómadas y primeros sedentarios, formadores de las primeras culturas, continuando con los grandes imperios, hasta llegar al occidental, igual de feroz, sólo que ahora se presenta más tecnificada.
El Diccionario de la Lengua Española dice: "violencia, del lat. Violentia, se refiere a la cualidad de violento, la acción y efecto de violentar o violentarse, la acción violenta o contra el natural modo de proceder".
Desde ahora descarte el concepto aplicado a la "violencia de la naturaleza"; en ella sólo existen eventos que pueden llegar a ser hasta catastróficos -maremotos, terremotos- que equivocadamente les aplicamos el calificativo, cuando son, únicamente, el resultado de procesos físicos o químicos en el planeta Tierra.
La violencia puede ser descrita, difícilmente definida; comúnmente conocida y hasta comprendida, pero nunca justificada.
"La violencia genera violencia", dice el viejo refrán, que encierra una verdad absoluta.
Empezando por la violencia del Estado, considerada hasta las últimas décadas como su monopolio, ejercida por las autoridades de una sociedad en particular, con el propósito de mantener o restablecer el orden en situaciones en que se veía quebrantado, principalmente con reflejos en la inseguridad social y de las personas.
Esta violencia podría transformarse en política, cuando se presentan desacuerdos entre naciones que llegan a la guerra -versión extrema de la violencia física- o al interior de un país, caso de combate a guerrillas o insurrecciones.
México ha vivido sus primeros doscientos años de existencia padeciendo rebeliones, revoluciones y asonadas diversas, expresiones de violencia encarnizada; luego padecimos -hasta la fecha- la salvaje y criminal: la "ilegal", por definirla de alguna manera, con todas sus acepciones y variantes.
Otra expresión de la misma clasificación corresponde a la de persecución por ideales, incluidos los religiosos -ideológica- o la generada por cuestiones de economía y tributación; por ejemplo: todos tememos a la denominada "persecución fiscal", argumento violento, no siempre ejercido legal y de justicia, por el Estado.
Violencia social, es aquella que se presenta, por razones diversas, en algunos países o regiones, que pueden ir desde lo religioso -sureste mexicano- hasta las del idealismo político, -grupos guerrilleros urbanos o rurales- sin olvidar las padecidas en estos tiempos: anárquicas, por imposición de posturas, abusos e intereses particulares e ilegales, de agrupaciones criminales que someten a los ciudadanos al chantaje y terrorismo.
Desde siempre: la religiosa, ejercida por aquellos que piensan ser los únicos poseedores de la verdad, capaces de imponer la suya por la fuerza, amparados en un dios, muchas veces guerrero o permisivo, que les faculta para el uso de la fuerza y la violación al más grande de todos los derechos humanos: la vida.
La violencia familiar es sobradamente conocida; impuesta por padres a los hijos, quienes se rebelan a la autoridad por causas justificadas, o no; la de maridos, que agreden a las esposas o compañeras viviendo en pareja, que a últimas fechas empieza a diversificarse, presentándose casos de féminas que agreden al varón con el que hacen vida marital y/o familiar.
Considere las aplicadas a viejos y enfermos, donde es común encontrar una de las formas salvajemente aplicadas: la psicológica y privativa del afecto. Esta última variante es poco atendida, aún en el presente, cuando esos ancianos son tratados como "estorbos" y "males necesarios" al interior del hogar, a los que hay que "soportar" en tanto se mueren.
Un grupo más está constituido por la violencia impuesta a las minorías, caso de los derechos de la mujer o la homosexualidad. Tales grupos, están respondiendo con resistencia física y defensa legal en países que legislan para reconocerles en igualdad, algunos de ellos manifestándose públicamente y mostrando su inconformidad, agrediendo a sus conciudadanos en sus usos y costumbres, otra aplicación al concepto, que tampoco es muy notada y además desatendida.
A partir de 1987, con motivo de la organización de la Primera Comisión de Estudios Sobre la Violencia, en Colombia, durante el gobierno de Virgilio Barco, a propósito del fenómeno del narcotráfico, fue cuando se empezó a asignar más recursos para su estudio en el seno de las universidades latinoamericanas, empezando a comprender sus aspectos psicológicos, políticos y morales.
La violencia que vivimos en la actualidad, no se gestó en los últimos años, inició su largo proceso de germinación hace varias décadas y ahora estamos cosechando la desatención que le pusieron nuestros líderes. ¿Hasta cuándo?
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