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Vochomanía: amor por lo clásico

Cerca de 32 apasionados del VW se reúnen para mostrar sus autos

Vochomanía: amor por lo clásico

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EDUARDO SEPÚLVEDA

El mejor amigo del hombre ya no es el perro, es su auto. En los tiempos modernos contar con un automóvil no es un lujo, sino una necesidad. Para escoger uno lo primero que se debe tomar en cuenta es el presupuesto disponible, podría pensarse, pero hay un grupo de hombres en La Laguna que sin importar el tiempo, dinero y esfuerzo que tengan que invertir, se inclinan hacia lo clásico; nada como un Vocho.

“Todos sabemos que es el auto más vendido. Hasta nuestros tiempos es el más económico, a lo mejor ya no es el más práctico, pero todavía existe una simpatía”, asegura Jesús Saldívar, presidente del Auto Club VW Laguna y del Bus Lag Club.

Pura vocación

Sábado a sábado, cerca de 32 apasionados del VW en la Comarca Lagunera se reúnen en el estacionamiento de un conocido mall para mostrar sus autos. “Hay integrantes que llevan su Vocho, Combi, Safari o Brasilia, todos los que son enfriados por aire. En los eventos que organizamos también se convoca a todos los Volkswagen enfriados por agua, pero lo que predomina son los enfriados por aire y de modelos antiguos”, explica Saldívar, “algunos los arreglan con piezas modernas, otros prefieren hacerlo con sus parte originales”.

El club de coleccionistas se fundó hace 14 años, “se empezaron a juntar por la pasión del Volkswagen. Hay jóvenes que iban desde que todavía no sabían manejar el carro; ahorita ya tienen el suyo, lo arreglan y conducen. A Ricardo, por ejemplo, lo llevó su hermano cuando era niño y desde entonces le gustaron los vochos. Luego de los años, su papá le compró su primer auto, un Sedan, y todavía ni aprendía a manejar.

“Yo tengo 10 años de haber llegado aquí”, relata, al tiempo de descubre su mayor pasión: “empecé con un Volkswagen que arreglé para un concurso, era modelo 69. Luego lo vendí, me tuve que deshacer de él, pero cuando me subí a una combi antigua (modelo 70) para mí fue otra cosa. A partir de ahí empecé a buscar combis antiguas. He tenido varias. Tuve una 57, pero también la vendí. Todas las que he comprado han sido en estado deplorable y hay que irlas arreglando. La que ya terminé es la 63. A la 61 le estoy dando ‘una manita de gato’ y a la 65 sí me falta mucho”, dice, quien se denomina un “cazador de combis”.

“Es una gran satisfacción arreglar un mueble, además del dinero y esfuerzo, hay que tener mucha paciencia. Me he topado con gente que se desespera. Dicen ‘iba a arreglar ese carro’ y a los dos o tres meses dicen ‘ya no quiero ese mugrero’. Ahorita el mundo es tan cómodo y hay tanto consumismo que no hay necesidad de ‘meterle’ tanto a un auto. Con esto no quiere decir que el VW sea un mal auto, lo que pasa es que los carros de ese modelo usan platinos, y a veces hay que calibrarlos; los autos de ahora tienen encendido electrónico, por ejemplo. Ahora a las personas no les gusta batallar”, defiende Saldívar.

“Una vez me encontré una combi por Villa Juárez, en una finca. No tenía ni llantas ni nada. El camino para llegar hasta allá era un carril de ida y uno de vuelta, muy estrecho. Había que ir con grúa para subirla, pero el cordón estaba muy alto; subirla y arrastrarla fue todo un show. En ese lapso pasaron unos 40 minutos, pero como era sólo un carril se hizo un tráfico enorme para sacar la combi. Ya cuando me alcanzan y me ven, dicen: “mira, este está loco, ¿tanto para eso?”. Pero ya arregladita (la combi) cambia. Tengo cajas y cajas de refacciones y piezas de Vocho y combi, es mi colección. Accesorios especiales, ventanas, vidrios, asientos, aparatos de calefacción para combis. A veces me dicen que para qué quiero tanta cosa”.

Tiempos difíciles

El dirigente del Auto Club VW Laguna y Bus Lag Club dice que el primero cuenta con unos 32 miembros, mientras que al segundo (de puras combis) pertenecen otros 25. Este grupo va a cumplir apenas su tercer aniversario y pueden acudir unidades en cualquier estado físico, no importa si están viejitas o arregladas.

Sobre el dinero que se le puede llegar a invertir a un Sedan, el cazador de combis confiesa que la cifra llega a alcanzar hasta los 100 mil pesos. “Si partes de un carro muy antiguo, de los años 50, te vas a gastar eso. Vale la pena ‘meterle’ a un cascarón de esos, porque ya no hay. Le metes los accesorios originales, el motor, y pides las cosas a Estados Unidos o por Internet. Es un proyecto a corto, mediano o largo plazo, según tus posibilidades y paciencia”.

Pero ser un coleccionista en estos tiempos no es cosa fácil, menos en La Laguna. “Por ejemplo en el Distrito Federal hay como once clubes de un nivel muy alto, sobre todo en restauración. Es un mundo aparte. Desgraciadamente aquí no hay mucha gente que sepa de este fenómeno. Hace tiempo aquí había un auge muy fuerte. Existían tres o cuatro refaccionarias con accesorios antiguos y encontrabas de todo. Ahora no hay nada. La gente se desanimó porque hay pocas personas que sí estén dispuestas a pagar, los mismos proveedores mejor dicen ‘vamos a vender muéganos, o chicles y chocolates’. Pero vas a Guadalajara, Monterrey, Saltillo o Durango y encuentras todo: refacciones y restauración”, lamenta.

Luego relata una de sus últimas experiencias a bordo de uno de sus queridos vehículos. “Hace poco fuimos a un evento nacional decombis en Guadalajara. Fuimos y venimos manejando las combis. Claro, no a la velocidad que lo hacen los autos modernos; íbamos a unos 90 kilómetros por hora. Hicimos 13 horas y media. En esos eventos muchas veces se aprecia más al auto, las defensas bien hechas, no como las de ahora que son de cartón”.

Saldívar comparte con orgullo que él es uno de los que acostumbra usar su Volkswagen a diario, “aunque se corre el peligro de que ocurra algún siniestro. Hay mucha gente que no los mueve, los tienen como juguetes en su aparador. Nada más los sacan para competencias y luego los vuelven a guardar”.

El origen

El Volkswagen Sedan, o tipo 1, nació en Alemania por órdenes del canciller Adolfo Hitler, quien en su afán por hacer una red carretera de alta velocidad que se extendiera hasta Austria y Suiza, quiso poner “a la mano” de los alemanes un auto “que aguantara todo” y no fuera muy caro. En 1933, Hitler se entrevistó con Ferdinand Porsche para hablar sobre ese vehículo popular que anhelaba para su pueblo. Ferdinand formuló los parámetros originales del Volkswagen, pero fue Erwin Komenda, jefe de diseño de Porsche, el responsable del diseño y estilo del automóvil. Tiempo después, el chasis y la maquinaria del Tipo 1 fueron utilizados en vehículos militares. Era el tiempo de la Segunda Guerra Mundial.

El “Vocho” llegó a México en marzo de 1954, en una exposición llamada “Alemania y su Industria”. Entró por el puerto de Veracruz y se “estacionó” en las instalaciones de la Universidad Autónoma de México. Los modelos que llegaron eran “oval window”, por su medallón trasero de forma ovalada, mismos que pronto causaron una grata impresión entre los mexicanos.

En 1955 se fundó la Distribuidora Volkswagen Central, S.A. de C.V, la primera concesionaria de la marca en México, y se ensamblaron los primeros 250 automóviles de ese tipo en el país.

En enero de 1964 se constituyó la empresa “Volkswagen de México”. En junio de 1965 comenzaron los trabajos de construcción de la planta de Puebla, y fue hasta el 23 de octubre de 1967 cuando se produjo el primer Volkswagen Sedan ahí.

La última edición

Luego de casi cuatro décadas de producción ininterrumpida, en julio de 2003 se dio por terminada la fabricación mundial del Sedan; Volkswagen de México era la única planta que lo fabricaba. Desde 1946, la producción del “Vocho” sumó un total de 21,529,464 unidades.

Sin embargo, hoy el “Vocho” es motivo de reuniones en muchas partes del mundo. En toda la república y fuera del país causa una fiebre enorme, es un motivo de culto.

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