Unión. Sin distinción, la Iglesia católica recibió a sus fieles en la imposición de ceniza, el incio de la Cuaresma. Los párrocos exhortaron a reflexionar, perdonar, recapacitar y al arrepentimiento de los pecados.
El miércoles no fue el ordinario día medio de la semana. En silencio y con una expresión delatadora de reflexión, decenas de personas ingresaron a las iglesias de la capital para abrazar la tradición de la Iglesia católica "polvo eres y en polvo te convertirás" y se retiraron con la cruz de ceniza marcada en la frente, símbolo de arrepentimiento y reafirmación de la fe católica.
Los templos de la capital abrieron sus puertas a las 08:00 horas para recibir gustosos a quienes deseaban que les impusieran la cruz de ceniza.
Mientras un caballero con maletín en mano hizo un espacio en su agenda de trabajo para escuchar el mensaje del sacerdote, otra señora bajaba a prisa con un niño en brazos y otro de la mano.
Adentro de la iglesia ya estaban los más madrugadores, rezaban en voz baja. Mientras la alegría de los jóvenes no podía ocultarse; al fondo se escuchaban platicar a la vez que sostenían sus libretas.
Vestidos de negro o de traje, con piercings o tatuajes, muletas o en sillas de rueda, los fieles recibieron con humildad la ceniza que los exhortó a reconsiderar cómo han llevado su vida.
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"Es momento para acercarse a Dios, tiempo de reflexión, de buscar la paz interior para purificar tu alma y corazón". Así describió monseñor Miguel Ángel García, párroco de la Catedral, a la Cuaresma, iniciada ayer con la imposición de la ceniza. La Cuaresma son 40 días "es nuestro retiro para alimentarlos de la palabra del Señor haciendo ayuno por las mañanas, orando y reflexionando nuestras acciones", explicó.
SIGNIFICADO
Miércoles de Ceniza es símbolo de penitencia; la presente Cuaresma será el periodo en el que la Iglesia le dice a fieles y ajenos "acércate a Cristo, cree en el Evangelio".
La cruz es marcada con las cenizas de las palmas que se ofrecen en los templos el Domingo de Ramos; éstas se secan y queman para usarse al año siguiente en la primera ceremonia litúrgica de la Cuaresma, en la popular "toma de ceniza".
