Mientras que en muchas partes del mundo se tiene conciencia de los múltiples beneficios que genera la transparencia y la rendición de cuentas de parte de las autoridades, en México se le ve como un mal necesario.
Los tres niveles de gobierno acusan debilidades en materia de transparencia, pero sin duda el problema se agrava en los municipios. Las autoridades municipales buscan darle la vuelta al cumplimiento de la Ley de Acceso a la Información y confunden su publicidad oficial con la transparencia.
Los municipios de La Laguna son ejemplo de esto. Sin embargo, el problema se agrava en Torreón por el simple hecho de ser la ciudad más importante de la región. A cuatro meses de que Eduardo Olmos asumiera el cargo de alcalde, la opacidad es la principal característica de su administración.
Por ejemplo, los ciudadanos no tienen acceso a la nómina municipal completa y el DIF no ha entregado el mínimo de información requerida, esto bajo la complacencia del Contralor Municipal, Lauro Villarreal, quien está más ocupado "cazando brujas" de la pasada administración que en vigilar el uso de los recursos públicos de la presente administración.
Al primer cuatrimestre de la actual administración se han erogado 141 millones de pesos en el pago de nómina, de los cuales sólo 12 fueron para pagar finiquitos de la pasada administración. Incluso de enero a la fecha la nómina municipal ha aumentado un 31 por ciento, aún cuando la promesa de campaña de Olmos fue el de promover la austeridad.
Tras los señalamientos se escuchan siempre las mismas respuestas, "que ahora sí van a hacer pública toda la información", "que todavía están haciendo adecuaciones a la nómina", pero en los hechos reales la sociedad no sabe el manejo que se da a los recursos públicos. Además con el paso del tiempo las explicaciones se vuelven menos convincentes.
Cuando parecía que la cultura de la transparencia había llegado a Torreón para quedarse, lo cierto es que la nueva administración municipal apuesta por la opacidad y en muy pocos meses están agotando el bono de confianza que le dio la ciudadanía a Olmos al votar por él en las pasadas elecciones.
