Existe una costumbre de hacer un corte de caja cuando se cumplen 100 días de los gobiernos recién estrenados. Para el caso local, el asunto tocaría hacer el comentario pertinente del desempeño de los municipios de Gómez Palacio, con su alcaldesa Rocío Rebollo al frente, y en Lerdo, con Roberto Carmona al frente de su comuna.
Empezando por el municipio más poblado de la Comarca Lagunera de Durango, Gómez Palacio, se puede decir que la flamante presidenta municipal llegó en condiciones muy desfavorables. Por principio de cuentas, ella es parte de una cadena de políticos que de la mano de Ismael Hernández Deras, hoy ex gobernador de Durango, arrebataron el control político absoluto, aunque sea de manera temporal, a Don Carlos Herrera, quien tenía 9 años gobernando directamente el Ayuntamiento. Primero el propio señor Herrera Araluce ocupó la alcaldía en el periodo 2001-04, para dejar en el puesto a su hija, la hoy diputada y presidenta del Congreso Local de Durango, Leticia Herrera. Continúo el control con la presidencia del notario Octaviano Rendón, quien no tuvo por mucho el brillo -con o sin sustento- que tuvo primero el propio Don Carlos y en particular Leticia. La administración de Rendón dejó mucho que desear y ya se notaba que la caja de la tesorería municipal no estaba siendo utilizada del todo para beneficio del pueblo.
Llegaba el año de 2004 y era tiempo de la sucesión del Gobierno del Estado. Carlos Herrera estaba convencido que tenía la candidatura del PRI en la bolsa, pero quien resultara ganador, Hernández Deras, supo manipular las reglas de su partido para que la selección fuese a través de una convención de delegados, en la que finalmente la casta priista de Durango capital supo bloquear la llegada de un lagunero a la gubernatura.
Con Ismael ya en el poder, se urdió un plan para menoscabar el control de la familia Herrera, y la decisión fue impulsar la carrera política de Ricardo Rebollo, haciéndolo primero parte del gabinete de gobierno, ocupando la cartera de desarrollo económico, para luego pasarlo a la presidencia del PRI gomezpalatino y después postularlo como candidato a presidente municipal. Una vez alcalde, Rebollo pensó que el gobernador se cedería su puesto cuando acabase su mandato; craso error cometió el edil, quien durante su poder dilapidó los recursos de su municipio prometiendo y arrancando obras y promesas incumplibles, en afán de construirse una imagen que le permitiese proyectarse como gallo para relevar a Ismael. Incluso, fue enviado como diputado federal - cargo en el que está en funciones- dejando en su lugar a su amigo Mario Calderón, para seguir el jueguito que el gobernador se había inventado para disfrazar el destape de quien resultaría el bueno: Jorge Herrera Caldera.
Con todos estos precedentes, este año se renovaron todos los poderes locales de Durango y en Gómez Palacio se hizo lo propio. La estela de influencia de Ricardo Rebollo le alcanzó para poner a su hermana Rocío - que ya tenía su propio trabajo político- como sucesora de Mario Calderón.
Con esta historia Rocío asumió el poder, pero con las arcas resquebrajadas y un municipio endeudado hasta las cachas, poco margen de maniobra ha tenido.
Los cien días han sido aciagos para la recia alcaldesa, que ciertamente se ha dado a la tarea de intentar enmendar el daño que ha sufrido el erario de su ciudad, además aunque con responsabilidad ha enfrentado el problema del hidroarsenicismo que se vive en La Laguna, y en lo que le concierne a ella, beneficiando a 20 mil familias, además ha apoyado a resolver con recursos municipales, las fallas que la concesionaria Proterra ha tenido en la prestación de servicios de limpieza y recolección de basura. Sin embargo, ha incumplido su promesa de campaña de reducir el costo de la nómina municipal y no ha publicado en Internet los salarios de funcionarios de primer nivel. El escándalo de los megatanques de Sideapa y el rol que ha desempeñado el director del organismo, Miguel Campillo, hace que sea muy cuestionable el real compromiso de la presidenta Rebollo dice tener con la transparencia.
No es lo absoluto nada fácil el reto que tiene Gómez Palacio y sus autoridades enfrente, y aunque muy poco rescatable son estos cien días, se nota que ciertamente la alcaldesa tiene tamaños para gobernar de una mejor manera a su municipio. Quizá esto se pueda ver en los siguientes cien días.