Despedida. Cientos de personas despidieron al alcalde de Santiago, Nuevo León, Edelmiro Cavazos Leal, en la plaza del pueblo.
"Yo le dije que lo quería mucho y que mejor renunciara, porque yo veía cómo batallaba", dice entre llantos la mamá de Edelmiro Cavazos Leal. Vestida de negro, con accesorios de perlas, la señora Rubinia Leal de Cavazos, de tez clara y cabello rubio como su hijo, asegura sin parar de llorar que el alcalde era bueno, que era ejemplar, que quería cambiar y mejorar el municipio de Santiago.
"Jamás me dijo que tenía miedo... yo le dije que se cuidara, que podía haber traidores... siempre lo voy a querer", continúa Rubinia, quien detrás de sus lentes oscuros esconde sus ojos enrojecidos por el llanto.
Junto a ella, Arturo Cavazos Montalvo, papá del munícipe caído respira hondo, aunque no llora. "Fueron muy criminales, muy feos con mi hijo (las personas que acabaron con su vida...) las autoridades deben buscar a los culpables para que ya dejen de hacer tanto daño, porque van a seguir haciendo mucho daño a las familias inocentes, a las familias que se dedican a trabajar, a servir al pueblo, no es justo, no es justo", repite una y otra vez el hombre de pelo cano, lentes de aumento, y que en sus intentos por guardar serenidad respira hondo para seguir: "Yo le decía a Edelmiro que se cuidara, que tuviera precauciones porque se están viendo muchas cosas muy feas".
Don Arturo dice que el pueblo ya no tenía policías, por lo que el "levantón" y posterior homicidio de su hijo pudo ser evitado si la situación de seguridad en la zona hubiera sido distinta.
Desde la madrugada, en la plaza principal de Santiago, considerado Pueblo Mágico por la Federación, estaba el cuerpo de Edelmiro.
"Aquí, en la plaza principal, empezó todo y aquí se va a acabar", dijo la noche anterior Verónica de Jesús Valdez, esposa del alcalde, en alusión a que en ese espacio público realizaron mítines de la campaña electoral cuando era candidato.
