"Creced y multiplicaos, y llenad la Tierra."
Génesis 1:28
El Homo sapiens ha sido quizá la especie más exitosa en la historia de la Tierra, por lo menos en términos de la multiplicación de su población para un mamífero de nuestro tamaño. Los últimos 200 años habrían sido los más notables en esta historia. La gran pregunta es si este éxito traerá consigo las semillas de la destrucción.
La especie humana tuvo su origen hace unos 250 mil años. Alrededor del año 70,000 antes de Cristo había en el mundo una población de un millón de seres humanos. Sesenta mil años después, cuando empezaba la agricultura, éramos ya 10 o 15 millones. En los tiempos de Jesús, hace dos mil años, la población alcanzaba los 200 millones.
Un cuarto de millón de años transcurrió para el primer mil millón, lo cual ocurrió en 1804, según la Oficina del Censo de los Estados Unidos. Ciento veintitrés años después, en 1927, alcanzamos los 2 mil millones. En 1960 éramos ya 3 mil millones y desde entonces se han venido añadiendo mil millones cada 12 a 14 años.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), hoy 31 de octubre llegaremos a los 7 mil millones. Con fidelidad a la admonición del Génesis, hemos crecido, nos hemos multiplicado y hemos poblado la Tierra.
Y lo seguimos haciendo. Si bien se ha reducido de manera dramática la natalidad, la disminución en la mortalidad ha mantenido una elevada tasa de crecimiento. El FPNU calcula, en un escenario medio, que para antes de 2050 seremos 9 mil millones.
¿Puede la Tierra sustentar una población tan grande de humanos? Poco antes de que el mundo alcanzara los mil millones, en 1798, Thomas Malthus publicó la primera edición de Ensayo sobre el principio de la población que señalaba que la población se incrementa en progresión geométrica mientras que "los medios de subsistencia, en la mejor de las circunstancias, no aumentan sino en una progresión aritmética". En otras palabras, el crecimiento de la población sería cada vez más rápido que el de los alimentos y otras materias primas. Esto significaba que en poco tiempo cientos de millones de humanos morirían de hambre.
Malthus tuvo razón en su previsión sobre el aumento de población, pero no entendió que se estaba iniciando una revolución tecnológica que haría que la producción de los medios de subsistencia se elevara con mayor rapidez. Hoy los precios de los alimentos son inferiores, comparados con los ingresos, a los de los tiempos de Malthus.
¿Qué podemos esperar para el futuro? La tecnología sigue avanzando. Los métodos modernos de cultivo y de cría de animales han permitido seguir alimentando a la humanidad. La revolución verde promovida desde México por el Premio Nobel estadounidense Norman Borlaug, quien desarrolló nuevas variedades de granos, evitó que cientos de millones de personas murieran de hambre en Asia en la década de 1970. La buena tierra cultivable hoy se ha agotado, pero la biotecnología, particularmente a través de la modificación genética de los cultivos, ha permitido mayores avances.
La lógica nos dice que aun para la tecnología debe haber un límite, aunque nadie está seguro cuál es. En este momento la ciencia puede mantener de 7 a 10 mil millones de humanos bien alimentados. El gran riesgo lo representan los grupos supuestamente ecologistas que rechazan la biotecnología o piensan que la humanidad debe regresar a métodos orgánicos con una producción mucho menor. Si tuvieran éxito, harían que se cumplieran las predicciones de Malthus y cientos de millones de seres humanos morirían de hambre.
DESORIENTADOS
Este pasado fin de semana México regresó al horario de invierno. El retraso del reloj es menos traumático que el adelanto de abril, pero de todas formas afecta el ritmo biológico. Nos dicen las autoridades que con este ajuste se ahorra electricidad, pero no tanta que se refleje en los recibos de luz. Por lo pronto Rusia acaba de decidir no seguir cambiando los relojes cada seis meses.
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