EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

A golpe de timón

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Es asombrosa la forma como podemos pasar de un estado anímico a otro. Basta una buena noticia o descubrir cómo otros son felices con menos de lo que tenemos, para advertir que la vida sigue siendo bella.

Un viaje en solitario escuchando las canciones de Serrat o Sabina es suficiente para retomar ese sentido de la vida.

Como en la película "Elsa y Fred", me dediqué a escuchar: "Hoy puede ser un gran día" y descubrí de nueva cuenta ese sentido de la vida.

Cómo diría Tagore: "Si lloras porque el sol se ha ocultado, las lágrimas no te dejarán ver la belleza de las estrellas".

Así que, fuera tristezas y pensemos que la vida tiene sentido si nosotros se lo damos.

Dios nos regala, cada mañana, un nuevo día que lo pone sólo para nosotros. A veces con un sol brillante, otras con muchas nubes, algunos más con lluvia, pero todos hermosos.

Porque como dijera el poeta: "Todo es cuestión del cristal con que se mira..." y por muy empañado que esté el nuestro, al poco tiempo se limpia y podemos ver con claridad las cosas.

Sabina, a pesar de afirmar que: "Hace tiempo que no soy el que fui, he dejado las drogas y el tabaco; y las mujeres me han dejado a mí, qué dura es la salud y el celibato...", sigue viviendo y componiendo en esa forma desenfadada y sincera.

"Si lo que quieres es vivir cien años, no vivas como vivo yo...". Pero, aunque haya quienes quieran vivir cien años, muchos más somos los que queremos vivir una vida común, con algunos excesos sólo para disfrutarla y que nadie nos cuente cómo son las cosas.

¿Qué sentido tiene vivir una vida anodina, sin sobresaltos ni emociones? Al final, todo es igual, porque no saldremos vivos de ella.

Para colmo, sólo Dios sabe hasta cuándo nos dejará en esta Tierra y en qué momento nos llamará a cuentas. Estamos en sus manos y nada más podemos hacer.

Si superamos una posible enfermedad, pues el resultado fue favorable o la muerte de un ser querido y cercano nos torna a poner los pies en Tierra: Esta vida se vive a momentos.

Diría Benedetti: "Por si no lo saben la vida está hecha de momentos..."; y yo añadiría que sólo así se puede vivir, de momento a momento. Pero resulta que las cosas sencillas, las más obvias son la que cuestan mayor trabajo y convencimiento.

No podemos volver al pasado ni adelantar el futuro. Sólo tenemos el presente para vivirlo y éste es un regalo, por ello a los regalos se les dice: Presente.

Por eso es bueno dar, en un momento determinado, un golpe de timón y sentirnos otra vez en la realidad.

Que por cierto, nada de malo tiene. Antes al contrario, tiene mucho de bueno.

Porque estamos vivos y si llegamos a enfermar, tenemos los medios para atendernos. Tenemos: " Amigos, la risa, los bares...."; y una y mil razones para no cortarnos de un tajo las venas.

Tenemos los libros, la poesía y el amor. La pasión, el deseo, una dulce cama y un trabajo que nos da para vivir sin contratiempos.

Un baño de ducha refrescante, por las mañanas y ropa limpia para cubrirnos debidamente.

Tenemos tantas cosas que nos hacen sentir vivos, que pedir más es ambición.

Sin conformismos disfrutemos lo que tenemos sin ser: "Envidiados, pero tampoco envidiosos".

La vida es bella si nosotros la hacemos bella; y será desdichada si así nos comportamos frente a ella.

Cada día renacemos a una nueva experiencia y depende de nosotros si seguimos los caminos trillados y seguros o si nos aventuramos por rutas desconocidas. Las mayores aventuras del hombre se dan cuando abandona esas rutas y se lanza a nuevos descubrimientos.

Si es necesario soltemos lastres. En ocasiones cargamos demasiadas penas, culpas y angustias que nos vuelven lentos, pesados. Tengamos el valor de dejar atrás lo que nos estorba y vivir a plenitud. Así, como dijera Machado: "Y cuando llegue el día del último viaje y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontrares a bordo ligero de equipaje... como los hijos de la mar".

Porque así llegamos y así nos vamos. Todo lo demás es superfluo y en buena parte innecesario.

Lo que usamos es un estuche prestado. Más o menos bonito que se va desgastando con el tiempo, porque todo por servir se acaba.

Mas, adentro, hay un alma que fluye y pervive intocada por el mal y siempre tendiendo al bien, aún sin conseguirlo.

Un alma que un día ha de volver gustosa a la luz, a la verdadera inmortalidad que no es otra cosa más que la Casa del Padre.

Viajemos por esta vida a golpe de timón, corrigiendo rumbo cuantas veces sea necesario, pero sin perder la proa visionaria, teniendo un objetivo claro: Vivir lo mejor posible mientras estamos aquí.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 639658

elsiglo.mx