A punto de explotar

El estrés acompaña siempre a las personas, desde lo que se genera por pequeños cambios en el trabajo hasta el experimentar mucha tensión, es la oportunidad de adaptarse, pero cuando se sobrepasan ciertos niveles, se pueden generar respuestas no muy agradables.

Para Josefina Piña Saucedo, neuropsiquiatra y psicoterapeuta, el estrés es una situación de vida normal que todos los seres humanos presentan como una respuesta a la agresión física, emocional, cambios o transiciones.

“Las situaciones que nos generan estrés, generan sustancias químicas que nos ayudan a sobrevivir, la adrenalina, que ayuda a tener respuestas para huir, para correr, para atacar, todo eso genera cierta tensión, pero te ayuda a adaptarte, cuando es demasiado, cuando hay situaciones muy difíciles o cambios muy fuertes, el estrés puede derivar en enfermedad”, comentó.

Son distintos

Hay tres tipos de estrés, el estimulante, el desadaptativo y el postraumático. El primero es el considerado como “bueno”, porque motiva a la persona a adaptarse a los nuevos retos de su vida, mientras que el segundo es el que puede afectar de forma negativa a la salud, pues se comienza a generar ácido gástrico, a tener úlceras, a estar preocupados por la salud.

El estrés postraumático es el que se vive después de haber tenido un accidente o alguna situación que los sobrepasa, como una balacera.

Josefina Piña dijo que los síntomas físicos que se presentan con el estrés son el aumento de la frecuencia cardiaca, taquicardia, aumento de la frecuencia respiratoria, se sienten mareos, náuseas, por la angustia y el miedo de que algo vaya a pasar.

Las enfermedades que se derivan del estrés son la depresión, los ataques de pánico, el síndrome del quemado, aunque también puede haber arranques de ira, de nervios.

“No todos reaccionamos igual ante el estrés porque tenemos aprendizajes en nuestra memoria, en la manera en que nos relacionamos con los demás”, manifestó, “hay personas que son aprehensivas, que siempre creen que va a pasar algo malo, hay familias completas de personas ansiosas”.

Afecta a todos

No hay un tipo de gente determinado que sea más propensa a sufrir por estrés, sino que se puede presentar a cualquier edad y en la mayoría de las personas.

Piña explicó que los varones, por lo general, presentan mayor intolerancia e irritabilidad, además de que se aíslan, mientras que las mujeres tienen una tendencia a la depresión y a las manifestaciones de histeria. Los niños, por su parte, quizá presenten náuseas, dolor de cabeza o del estómago, por la angustia.

El tratamiento

Antes de aplicar un tratamiento para el estrés, lo primero es determinar qué tan enferma está la persona debido a este factor. La neuropsiquiatra señaló que lo más común para estos padecimientos es el tratamiento psicológico y en ocasiones, algunos medicamentos.

“Si es algo transitorio, podemos tratar de que adquiera nuevos estilos de vida, que maneje el estrés y lo canalice adecuadamente, con ejercicio físico”, comentó, “pero si ya tiene trastornos de sueño y otros que están impidiendo que disfruta la vida de manera normal, si tiene síntomas de depresión y ya se agravaron, si tiene ataques de pánico, entonces requiere un tratamiento psiquiátrico para que se incorpore a la vida normal”.

Cuando el estrés permanece durante mucho tiempo en la vida de la persona, puede perder su trabajo, sus relaciones sociales, o busca alternativas en las adicciones al alcohol y las drogas, lo que complica la situación, pues el alcohol es un depresor y las drogas ocasionan daño orgánico.

“El paciente entra más en depresión, aparentemente se está ‘curando’ síntomas de estrés, pero pronto va a empezar a tomar más y más para manejar la ansiedad, entonces ya va a presentar dos patologías, además de la ansiedad, el alcoholismo”, explicó.

Señaló que la otra parte son los pacientes que manejan síntomas físicos, entonces pueden estar recorriendo todos los hospitales y clínicas de la ciudad sin ser hipocondríacos, sino que manejan así el estrés y la ansiedad, lo que deteriora su vida diaria.

“Esto requiere tratamiento médico y psiquiátrico, porque van y se hacen electrocardiogramas, endoscopias, incluso tienen cirugías que a veces no requieren, porque el problema no es físico, es de alguna forma, las sustancias físicas y químicas en el organismo, pero no tienen un daño cardíaco ni en el estómago, y así lo sienten ellos”, expuso.

“El sistema nervioso autónomo está hipervigilante, las hormonas están alteradas, es una respuesta normal, fisiológica, que viene desde lo aprendido hace miles de millones de años en el sistema evolutivo”, indicó, “hay exceso de glucosa, oxígeno, para que se pueda defender, huir o atacar, en caso de una agresión”.

Perdiendo el control

Cuando una persona experimenta una situación que excede sus niveles de angustia y ansiedad, el estrés se “dispara”, junto con su ritmo cardiaco y otros indicadores en su organismo, por lo que lo único que puede hacer es respirar y tratar así de recuperar su condición.

“Se debe aprender a respirar, porque es lo único que se puede manejar, yo no puedo decirle al corazón que lata menos, o a mis glándulas que no suden, pero sí puedo respirar profunda y lentamente para oxigenar mi organismo, mi cerebro, y tratar de manejar que se equilibre la respuesta del sistema nervioso autónomo”, comentó.

La neuropsiquiatra explicó que lo más peligroso del estrés es cuando se complica con otra enfermedad o con el alcoholismo, el abuso de drogas, lo que tiene como consecuencia, disfunción familiar, pérdida del empleo, aislamiento y problemas sociales.

El mejor parámetro para que una persona se acerque a recibir ayuda es lo que digan sus seres queridos, pues aún cuando pueda experimentar mucho estrés y esté viendo afectaciones en su vida diaria, quizá minimice el problema.

“No se disfruta lo que se hace, hay infelicidad, falta de disfrutar lo que se hace, llega un momento en que se está sufriendo, entonces ya se tiene que hacer algo, esto ya no es normal”, expresó Piña.