EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

¡A vivir, que es un instante!

ADELA CELORIO

No hay nada como comenzar el año con una buena carcajada, y yo, tal vez por la dosis de verdad que oculta siempre el humor inteligente, me reí bastante cuando esta mañana de regreso de vacaciones, me encontré en mi computadora el siguiente "Aviso Importante": Se les comunica a todas las personas que el simulacro de amor, paz y buenos deseos ha finalizado y que ya pueden volver a ser las mismas mulas de siempre". Debo confesar que estoy de acuerdo con lo del simulacro de amor. La Navidad y el Año Nuevo se prestan para repetir indiscriminadamente los tópicos que todos conocemos; y cuando recibo por ejemplo las felicitaciones de mi Banco con el obsequio de seis y doce meses de crédito, no creo que esté pensando en mi felicidad sino la de los agiotistas en que se han convertido los banqueros. Pocas, bien pocas son las personas que de verdad piensan y sienten lo que dicen cuando nos felicitan.

Lo que sí creo que valdría la pena considerar, es aquello de que ya podemos volver a ser las mismas mulas de siempre porque estrenar un ciclo de vida merece al menos el deseo de hacernos un poco mejores. Menos simpático, pero mucho más afortunado que el "Aviso Importante" que mencioné al principio, fue encontrar entre las páginas de un libro que me obsequiaron, una emoción y un sentimiento que ya se estaban escribiendo en mi corazón. "Me levanté, bebí un vaso de agua y recé hasta el alba. Era como un gran murmullo del alma. Eso me hizo pensar en el inmenso rumor del follaje que precede al amanecer. ¿Qué amanecerá en mí? (Georges Bernanos).

Aunque es insistir en un tópico demasiado gastado -ya lo sé- todo principio de un ciclo, es un buen momento para reflexionar, para pasarnos en limpio, para rescatar nuestros sueños, para proponernos aprobar las asignaturas pendientes; y ojalá si se pudiera; también para perdonarnos. Así nomás, tan sencillo como suena, perdonarnos, deshacernos de las culpas inútiles como nos deshacemos de lo que ya no nos sirve para dejar espacio a lo nuevo que amanecerá en nosotros. "Ten paciencia con todo lo que queda por resolver en tu corazón e intenta amar las dudas por sí mismas", aconseja el poeta alemán Rainer María Rilke. Las respuestas llegarán cuando hayamos definido con claridad las preguntas. Tal vez nos lleve algún tiempo porque el alma es una dama pudorosa que no se muestra con facilidad. Desvelar sus secretos requiere un complejo trabajo de reflexión, de silencio y sobre todo de tiempo, pero no importa porque el tiempo es la generosa dádiva del Año Nuevo que nos pone frente a un montón de instantes a los que no hay que menospreciar, porque son ellos, humildes y sin mayores pretensiones, los que guardan el secreto de lo que nacerá en nosotros, y los que conocen el secreto de la felicidad, que siempre es más sencilla de lo que suponemos.

Instantes como aquél en que saboreamos el primer sorbo de café por la mañana o en el que nuestra mirada coincide con otra y nos nace un sol adentro. Como el loquerío de la casa cuando nuestros hijos son pequeños, o ese instante en que una noche volteamos al cielo y nos sorprendemos con las estrellas. Transcurrirán los días y los meses, volverán las estaciones tantas veces como Dios lo tenga dispuesto para cada uno de nosotros; pero fue sólo un instante en el que entramos a la vida, y será otro el que a fuerza de constancia nos depositará en la puerta de salida. No son los grandes momentos para los que nos guardamos y que sin embargo pasan tan pronto y con frecuencia no alcanzan la altura de nuestras expectativas; sino los humildes instantes los que debemos atender debidamente, porque de la forma en que los tratemos dependerá el modo en que nos deslicen a través del año. Si lo hacemos con brusquedad, nos arrastrarán a la desolación, si en cambio los honramos con nuestra atención, y los atendemos con cortesía; nos transportarán suavemente por los días y nos revelarán sus secretos.

Y ahora para terminar con mis reverencias al año que comienza, lo que toca es el brindis que nos merecemos, usted pacientísimo lector, lectora; y yo que semana a semana hago lo posible por hablarle al oído para que usted me haga el honor de escucharme. Brindemos pues por que este año todos tengamos más besos, más música, más poesía. Que tengamos más libros y menos televisión. Más deportistas y menos hooligans. Más justicia, más educación y muchas menos prohibiciones. Que haya más legalidad y menos leyes para manipularlas. Que con nuestras obras y nuestras bendiciones, o sea con nuestro bien decir, este país nuestro recupere el equilibrio, el orden y la paz. Y ya si Diosito nos echara una mano, pues que nos quite al menos la mitad de los dipugansters y desaparezca al Partido Verde y los mocos que lo conforman porque de verdad por más mal que nos hayamos portado, no nos merecemos tanta ignominia. ¡Salud!

Adelace2@prodigy.net.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 588940

elsiglo.mx