Desafíos. El presidente Felipe Calderón durante ceremonia de entrega del Quinto Informe de Gobierno realizado la mañana de este domingo en el Campo Marte.
Con cinco años de Gobierno a cuestas, Felipe Calderón se atrinchera.
En el emblemático Campo Marte, terreno militar, el presidente cierra filas con un ejército de funcionarios públicos que está allí para arroparlo.
Sobre la misma alfombra verde que ha guardado, en dos momentos distintos, sendas hileras de féretros, una capa blanca de cachuchas envuelve el campo para proteger del intenso sol otoñal a miles de empleados de la administración pública federal.
Una exhibición de fuerza que no se desarrolla en una plaza pública sino en un campo militar. Cómo estarán las cosas que la ovación más fuerte del discurso presidencial se la lleva la mención de Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake, caídos en "el cumplimiento del deber".
El discurso, más de lo mismo, no da más para ovaciones atronadoras.
Tres pantallas gigantes reproducen imágenes de la guerra que libra el Gobierno contra el crimen. Si sólo tuviera "piedras", arriesga Calderón, aun así daría la pelea.
Diez para las 10:00 y los huecos en el sillerío alertan a los responsables de la organización. Un elemento del Estado Mayor Presidencial toma las providencias del caso y echa mano de los refuerzos que aguardan en el graderío del Campo Marte.
"Apúrense por favor. Lo más rápido que se pueda". Allí van elementos de la Fuerza Aérea, del Ejército y de la Policía Federal. Tres, cuatro minutos después irrumpe el presidente, acompañado por su esposa y su tres hijos, María, Luis Felipe y Juan Pablo.
Es el comienzo del fin. "Siempre me he rebelado contra la fatalidad", arriesga el mandatario, cobijado por el Gabinete y un puñado de Gobernadores: Marco Adame, de Morelos; y dos aliancistas, el oaxaqueño Gabino Cué y el sinaloense Mario Martínez Valdés, "Malova".
No hay figuras de la oposición. Calderón cuenta con los dedos de la mano a los que llegan sin cargo en el Gobierno: Agustín Carstens Carstens, gobernador del Banco de México; Eduardo Sojo, del Inegi; José González Morfin, paisano, correligionario y presidente del Senado de la República; y Raúl Plascencia, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y Ernesto Cordero ocupan lugares en primera fila, a unos cuantos metros del atril que ocupará el único orador del acto.
Más de lo mismo, el mensaje es un alegato en favor de la estrategia anticrimen, una reivindicación del manejo de la política económica y, conforme al estilo personal de gobernar, una proclama para no desfallecer ante la adversidad.
"Quiero agradecer a la gente que todos los días me alienta y que me dice 'adelante' en las calles, en los eventos. A la gente que ora por mí y por mi familia, porque me aligeran la carga y porque me impulsan decididamente a seguir adelante, porque hacen que el camino sea ligero y llevadero", dice, antes de agradecer a Margarita y a sus tres hijos la paciencia, el cariño y la alegría que le han transmitido.
Una mención a Dios, "por cada día de vida y la oportunidad de servir a México y a los mexicanos en esta trinchera. Aprendí de mi padre que servir a México era un deber". Calderón repasa "aciertos y errores" después de asegurar que ha servido a la nación, "entregado totalmente a su causa: he servido -sostiene- con mano firme y pasión por México, como me comprometí hace muchos años".