Los aficionados siguieron las indicaciones para hacer el mosaico.
- Noventa y ocho días sin futbol. Es mucho para una afición acostumbrada a los juegos en casa cada 15 días. Que disfruta casi como un ritual el apoyo incondicional hacia los Guerreros. Por eso ayer no podía faltar en el partido inaugural.
Aunque no se llenó a su máxima capacidad, el Estadio Corona registró una buena entrada a final de cuentas. Pocas fueron las butacas vacías, quizás menos de un 15 por ciento, lo que habla de una afición ansiosa por tener de regreso al buen futbol.
Si bien es cierto que el Territorio Santos Modelo fue anfitrión de los partidos del Mundial Sub 17, nada se compara al sabor de ver jugar al equipo local.
Quizás la excepción a la regla sería el partido semifinal que muchos calificaron como el mejor del torneo mundialista celebrado entre las selecciones de México y Alemania, antesala del campeonato que terminaron ganando los aztecas.
La última vez que la afición lagunera vio en un torneo oficial a los Guerreros fue el 23 de abril, una noche para olvidar en la que los locales perdieron lastimeramente frente al San Luis. Tres goles a uno y casi se esfumaba la esperanza de calificar a la Liguilla.
A final de cuentas no se logró la calificación y entonces, los aficionados tuvieron que empezar un largo ayuno sin futbol profesional de Primera División en la región.
La Liguilla terminó pasando casi desapercibida. Pumas, el campeón del Clausura 2011, todavía más. Hasta más expectación causaban los rumores de idas y venidas de jugadores santistas para el Apertura 2011.
El partido de presentación frente al subcampeón Morelia, celebrado apenas hace dos semanas, preparaba el terreno. El tráfico para llegar al TSM, el lonche de adobada antes de entrar al estadio, las interminables caminatas del estacionamiento hasta la localidad adquirida, casi todo volvía a la normalidad.
Luego el partido del miércoles pasado frente al Olimpia de Honduras, el primero de los Guerreros en la Concachampions, se encargó de calentar aún más los motores. El triunfo de 3 goles a 1 generó más expectación por ver nuevamente a los locales en acción.
Pero faltaba el sabor de la Primera División. El inconfundible sabor de la competencia feroz y ambiciosa. En la que el único objetivo es el triunfo, la victoria final del campeonato.
Y la espera terminó anoche. Nada más y nada menos que con tres goles a favor y cero en contra. Y con entrega, que es lo mínimo que una afición como la de Santos pide. Una afición que entrega todo y espera lo mismo de sus jugadores.
Con la victoria sobre Atlante, el torneo Apertura 2011 promete mucho para esa afición que cada 15 días se viste de verdiblanco, hace a un lado sus compromisos personales para comprometerse de lleno con el equipo local. El ayuno fue largo, pero parece que el banquete de goles apenas empieza.
Con mosaico, regresa apoyo incondicional de la afición
Medio hueco, medio chueco, pero parecía un buen augurio. El famoso mosaico verdiblanco hizo su aparición en el primer minuto del segundo tiempo entre Santos y Atlante y a partir de entonces el apoyo de la afición no bajó su ritmo.
Los aficionados laguneros respondieron al llamado de la directiva santista. Conservaron la pancarta que encontraron en su asiento. Estuvieron al pendiente de la cuenta regresiva en las pantallas del Estadio Corona. Esperaron atentos el sonido de la chicharra e inmediatamente después, extendieron los brazos para levantar la pancarta y permanecieron así, hasta que nuevamente la chicharra les anunció el final del mosaico.
El momento duró muy poco, pero fue suficiente para levantar el ánimo de los hinchas guerreros. Los aplaudidores empezaron a hacer eco alrededor de la “Casa del Dolor Ajeno”.
Minutos antes, un miniensayo en el medio tiempo, que no alcanzaba a revelar lo que estaba por venir con el verdadero mosaico.
Y casi con el silbatazo inicial llegó la chicharra. Las pancartas se alzaron y aunque no se vio tan uniforme gracias a algunos espacios vacíos en las butacas, los aplaudidores empezaron a sonar en cuanto bajaron los colores verdiblancos y el ánimo contenido durante el ayuno de futbol, no se hizo esperar.
El “¡duro Santos, duro!” se volvió a escuchar en La Laguna y todavía no terminaba cuando cayó el segundo gol. El que Darwin Quintero celebró como ya es su costumbre, como arrullando a un bebé.
Así que el ambiente festivo llegaba a su punto cumbre. Más aún al ver que el equipo de casa llegaba una y otra vez amenazante al arco rival, pese a uno que otro susto en la portería de Oswaldo Sánchez y a uno que otro desatino de Carlos María Morales o de Carlos Ochoa.
Ahora la Tribu y la Komún no estuvieron solas. Aunque siempre son las más entusiastas, ahora la afición entera se sumó a sus cantos guerreros, mientras los integrantes de ambas porras no dejaban de brincar. Tampoco los aplaudidores se dejaban de escuchar.