El papa Benedicto XVI aceptó la renuncia del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, que al tener 78 años, tres más de lo que establecen como límite las normas eclesiásticas, deja el cargo que asumió en 1994 al también cardenal, Francisco Robles Ortega, quien tenía a su cargo la arquidiócesis de Monterrey.
“Me voy tranquilo”, sostuvo Sandoval, quien creó polémica por diferentes temas, algunos de éstos relacionados con su posición para el esclarecimiento del asesinato, en 1993, de su antecesor, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, y recientemente por declarar que fueron “maiceados” los ministros de la Corte y obedecer a organismos internacionales, y al jefe de Gobierno del Distrito Federal, al haber reconocido los matrimonios entre personas del mismo sexo.
“Lo del señor Posadas lo reclamé mientras fui, ahora no soy, dejo el reclamo”, dijo ayer Sandoval.
Sandoval, quien forma parte del reducido grupo de cardenales mexicanos junto al emérito, Javier Lozano, Robles Ortega y Norberto Rivera, subrayó ayer:
“No me metí en política. Me metí con o en contra de los políticos según lo exigieron las circunstancias para hacer valer los valores de la moral y los principios cristianos”.
Sobre la Arquidiócesis de Guadalajara, insistió que se encuentra caminando, en orden y en paz. “Le dejo (a Francisco Robles) una Arquidiócesis no quebrada, no problematizada, sino bien, incluso en lo económico no sobra, pero hemos llevado una administración cuidadosa y se tiene lo necesario para seguir adelante”, insistió Juan Sandoval quien aspiró en algún momento a ser Papa.
