Acércate a tus hijos
Daniel creía que todo estaba bien; su familia gozaba de buena salud, su esposa Sandra cuidaba con esmero a sus pequeños hijos Luis y Jorge (de 2 y 6 años) y él tenía un trabajo bien remunerado que le permitía darle pequeños lujos a los suyos.
Aunque el domingo era su día de descanso, generalmente lo pasaba trabajando. Su mujer lo entendía pero no Jorgito, el mayor de sus niños. El tiempo que pasaba con él era mínimo, casi no hablaban y de asistir a sus prácticas deportivas ni hablar, era imposible.
Poco a poco la actitud de Jorge fue cambiando, su rendimiento escolar ya no era tan bueno, la rebeldía comenzó a hacerse presente así como las mentiras, el aislamiento y la manipulación.
Sandra de inmediato lo notó; habló con los maestros del niño y hasta lo llevó con un psicólogo… fue entonces cuando todo salió a relucir: sentía que no era importante para su papá.
Diana Sánchez Sánchez, licenciada en psicología y profesora, explica que la comunicación en casa, y de manera muy especial entre padre e hijo, es vital ya que ésta es la herramienta que tiene el ser humano para expresar sus sentimientos y pensamientos así como las experiencias que se van recopilando día a día. “Por eso es tan importante que tengan una buena comunicación, ya que ayuda a vincularlos de manera afectiva…”.
Sandra le hizo saber todo eso a su marido y éste se prometió tener más acercamiento con su hijo, sin embargo no le fue fácil. El psicólogo le recomendó hablarle, escucharlo pacientemente, mantener una mente abierta ante las opiniones y actitudes del niño y sobre todo ser empático ya que con esto promovería un clima para el diálogo.
Diana Sánchez explica que lo primero que se tiene que hacer es identificar el tipo de comunicación que existe con los hijos, si es cordial o conflictiva. “Si descubrimos que no es la adecuada debemos iniciar por corregir nuestro comportamiento. Si normalmente el padre habla con sus hijos para llamarles la atención, reprenderlos y castigarlos, lo más probable es que ellos eviten el contacto con él puesto que perciben sólo la parte autoritaria”.
Una buena estrategia para que los chiquitines no vean a su progenitor sólo como una figura de autoridad, es poner límites de manera firme pero sin abusar del poderío que como padre se tiene.
Poco a poco la relación entre Daniel y Jorgito fue regresando “al buen camino”. El padre de Daniel jamás había sido cariñoso con él, de ahí que él tampoco lo era con su niño, afortunadamente siguió los consejos del psicólogo al que estaban visitando y todo empezó a hacérsele más fácil.
En las charlas que tenía con Jorgito usaba frases como ‘Muy buen trabajo’, ‘Sigue así’, ‘Felicidades’, ‘lo hiciste muy bien’, ‘Me gustaría saber más del asunto’, ‘Habla. Yo te escucho, Yo entiendo’, ‘¿Qué piensas tú de….?’ o ‘Eso suena interesante, me interesa, Explícamelo por favor’”. Con esas palabras tan sencillas ayudó a elevar el autoestima del pequeño y al mismo tiempo se sentía bien consigo mismo.
La relación entre Daniel y Jorgito ya es otra; Daniel tomó la decisión de ya no trabajar más los domingos para dedicárselos a su familia, y entre semana aprovechaba cualquier momento que tenía para charlar con su pequeño: se involucraba en sus intereses, le cuestionaba sobre su escuela y caricaturas favoritas, sobre sus juguetes y amistades.
Daniel no sólo recuperó a su hijo… también al niño que lleva dentro.
BUENA COMUNICACIÓN, LA BASE
Para construir un canal de comunicación adecuado con los hijos es necesario que los padres procuren:
• Ser accesibles. Los niños necesitan sentir que sus padres son accesibles, que ellos pueden hablar y contar sus problemas y ser escuchados.
• Saber escuchar. Se debe prestar atención con lo que su hijo desea, siente y le ocurre.
• Ser coherentes en su comunicación. Todo lo que se dice se cumple, además de poner atención a nuestro lenguaje corporal para trasmitir el mensaje de manera adecuada.
• Ser abierto. Dése la oportunidad de mostrar abiertamente lo que siente a sus hijos, explique con diversas palabras para que él pueda entender el porqué de las decisiones.