Cambio político. Unos manifestantes arrancan un cartel del presidente egipcio, Hosni Mubarak que lleva casi 30 años en el poder.
Los activistas egipcios desafiaron una prohibición oficial con una segunda jornada consecutiva de protestas ayer en El Cairo, para exigir el fin de los casi 30 años de Gobierno del presidente Hosni Mubarak, pero la Policía respondió rápidamente con gases y garrotazos para reprimir la disidencia.
Las protestas antigubernamentales más grandes en años, inspiradas por los sucesos en Túnez, amenazan con desestabilizar el liderazgo del aliado más importante de Estados Unidos en el mundo árabe. La capacidad de los manifestantes para mantener el ímpetu por dos días ante una respuesta tan opresiva de la Policía es un logro extraño en este país.
Un manifestante y un policía murieron ayer, con lo que la cifra de muertos en dos días de protestas alcanzó seis. Fuentes de seguridad dijeron que 860 manifestantes fueron arrestados en todo el país desde el martes, en tanto que los servicios de Facebook, Twitter y de telefonía celular -primordiales para la organización de las protestas- han sido interrumpidos.
La secretaria de Estado norteamericana Hillary Rodham Clinton exhortó a Egipto a no reprimir a los manifestantes y a "aprovechar esta oportunidad para implementar reformas políticas, económicas y sociales que respondan a los legítimos intereses del pueblo egipcio".
Aun así, no había indicios de que Mubarak, quien ha gobernado con puño de acero, tenga la intención de renunciar al poder, hacer cambios democráticos o económicos o moderar a sus fuerzas de seguridad.
Al anochecer, más de 2,000 manifestantes marchaban por un ancho bulevar que bordea el Nilo cuando decenas de policías con escudos y cascos atacaron la multitud. La escena se repitió a lo largo del día, dondequiera que hubiese intentos de realizar una concentración.