De forma inesperada apareció el pollo vaquero, la mascota del equipo naranja, que sorprendió a los aficionados.
Desde temprana hora, los aficionados arribaron en gran número al Parque de la Revolución, atiborraron las calles aledañas para tratar de buscar un estacionamiento, lo cual era una misión poco menos que imposible. Las camisetas naranjas volvieron a lucir en las calles laguneras, las familias buscaban los accesos al parque de pelota y la noche de fiesta ya se presentía.
Cobijados por una noche cálida y una luna incomparable, los fanáticos al Rey de los Deportes compartieron su gusto por el beisbol al ocupar los casi 10,000 asientos del añejo estadio de la avenida Juárez. Temprano ocuparon sus lugares, para tener asegurada la mejor vista en el inmueble, así como la comodidad para disfrutar el encuentro y todo lo que ofrece una noche de inauguración en el Revolución.
Durante el espectáculo pirotécnico, los teléfonos celulares y las cámaras digitales brillaban en la oscuridad, los espectadores querían guardar el momento para llevarlo a casa. Durante el juego nunca cesó el ánimo, los fanáticos hicieron la ola, disfrutaron con las bromas en la pantalla y se mantuvieron expectantes a lo que ocurría en el diamante, explotando en júbilo con el espectacular triple de Jesús Romo para darle la vuelta a la pizarra en la fatídica séptima entrada.
Al final, las sonrisas reinaron en los rostros de los aficionados, el triunfo fue justa recompensa para quienes tuvieron que guardar un ayuno beisbolero de casi 8 meses. Final feliz a la noche inaugural en Torreón, arrancando una nueva temporada de ilusiones y metas por cumplir.
