'Ahora la gente no sale de la casa'
Con la incertidumbre filtrándose por la fibra óptica que le ha permitido tener contacto con el mundo, la diseñadora lagunera Sandy Meléndez, quien desde hace más de 5 años vive a unos 200 kilómetros de Tokio, recuerda los minutos de horror que vivió el pasado viernes cuando el devastador terremoto de 9 grados en la escala de Richter, puso ante sus ojos una escena que jamás imaginó le tocaría presenciar en vivo.
"Yo salí corriendo del edificio de 14 pisos en el que vivo, empecé a observar cómo niños y madres de familia se concentraban en una plaza frente al complejo residencial, donde el crujir de la madera de las construcciones y los cristales rotos se mezclaba con el llanto de los niños y los gritos de desesperación de las madres que aterrorizadas veían cómo se les movía el mundo literalmente", relata.
A pesar de que los japoneses cuentan con sistemas de evacuación y prevención en caso de sismos, y una amplia cultura de protección civil, Sandy comenta que el terremoto fue tan fuerte que sus vecinos que viven en el vecindario no supieron cómo reaccionar y fueron presa de un pánico contagioso.
Sin servicio de teléfono, aturdida por el terror y presa del miedo, en lo primero que pensó la diseñadora lagunera fue en la salud de su esposo que trabaja en Tokio. Afortunadamente para Sandy como para millones de japoneses el servicio de Internet que reciben a través de sus teléfonos celulares jamás falló, y redes sociales como Twitter se convirtieron en mensajeras de vida y esperanza.
Una de las situaciones que más sorprendió a la lagunera, fue la serenidad con la que después del sismo y el tsunami que dejó a su paso dolor y muerte, muchos de los habitantes de los vecindarios cercanos a su casa, salieron al día siguiente a continuar con su vida cotidiana, fueron a la escuela, el trabajo e incluso a correr, a pesar de que las autoridades habían anunciado réplicas.
LA EMBAJADA "Supuestamente la embajada de México envió un mail a todos los connacionales para ubicarlos, sin embargo yo que hacía tres semanas había renovado mi pasaporte, dejé mis datos, teléfonos, correos electrónicos y dirección, pero nunca me llegó el correo, al igual que a muchos mexicanos que viven en Japón y con los que tengo contacto, no fuimos buscados por la embajada", platica.
A casi una semana de haberse presentado la tragedia en Japón, uno de los motivos que empieza a mortificar a muchos habitantes, es el desabastecimiento de alimentos, agua embotellada y utensilios de aseo, comenta Sandy, quien además señala que el tema de las plantas de energía nuclear y la falta de información clara por parte del gobierno japonés, ya empieza a crear un pánico colectivo.
"Pues dicen que nos pongamos mucha ropa, lentes, gorro y tapabocas, aunque ya se agotaron y no hay manera de comprarlos, después del terremoto la gente siguió saliendo, pero ahora, por el tema de las plantas de energía nuclear, la gente no sale de la casa, las calles están vacías y a veces el silencio incrementa la incertidumbre de no saber qué puede pasar si hay una emergencia ya que no hay un pronunciamiento oficial", explica.
"Ahorita tenemos muy poca comida, hay racionamientos de luz, contamos con apenas algunos víveres y enlatados, no hay buen abastecimiento de gasolina y las réplicas, al igual que el anuncio de otro terremoto, hacen que no se pueda ir a un pueblo cercano a buscar alimentos, por lo que esperamos noche tras noche que la situación mejore".