Otro negocio. El campesino retirado asegura que ahora la ganancia está en los transportistas pues la producción es cada vez más costosa.
Margarito Sosa permanece sentado debajo de su sombra en la carretera a Congregación Hidalgo mientras espera a que llegue su camioneta.
Desde hace 5 años decidió retirarse de la producción de melón y sandía para rentar su vehículo a comerciantes de la región, sabe que ser productor ya no es redituable y el negocio cada vez es más pobre.
"Uno ya está viejo y no puedo seguir cargando o trabajando en los sembradíos, lo que me mantiene hasta ahora es mi camionetita y las rentas que me deja", dice el hombre de casi 70 años mientras espanta unas moscas de su rostro.
Fue en la década de 1970 cuando los tres hermanos Sosa en Matamoros entraron por primera vez al negocio de sandías y melones, habían escuchado acerca de las grandes posibilidades que existían y cambiaron su taller mecánico por una porción de tierras.
"Nos iba muy bien, en aquellos años la semilla estaba muy accesible y nos compraban de todos lados...yo hasta vendí mis herramientas para ayudarles a mis hermanos".
Desde aquel momento Margarito se dedicó a llenar camiones hacia todos los destinos del país desde las tierras de su familia, comenzaron a aumentar su producción e inclusive contaban con personal a su cargo.
Con el paso de los años tanto las disputas familiares como la situación económica en general fueron factores para que el negocio perdiera estabilidad, cada vez los compradores eran menos y eventualmente se tuvieron que vender las tierras.
"Hubo un momento donde de plano ya nos salía más caro producir melón, la única manera de hacerlo era con deudas y más deudas...por eso era muy común ver gente con camionetotas, pero en realidad debían mucho dinero", dice Sosa al mismo tiempo que corta una sandía.
Con parte del dinero que le correspondía del viejo negocio se decidió a comprar una camioneta de carga, misma que durante algunos años le hizo ganar fama en el servicio de fletes.
A inicios de los noventas el repunte de producción de melón y sandía en San Pedro orilló a muchos viejos productores a que se convirtieran en distribuidores o repartidores, Margarito aprovechó la situación para llevar el producto directamente a Torreón.
"La gente ponía las camionetas con los melones y sandías en los cruceros desde hace tiempo, nosotros fuimos de los pioneros en Torreón, a veces se nos vendía todo en un día...el chiste es acostumbrarse", dice el hombre antes de dar una mordida a la rebanada de sandía.
A partir de ese momento el antes campesino se decidió a rentar su vehículo a quienes tuvieran la necesidad de vender sus cosechas en Torreón, a pesar de no ganar lo mismo podía darse la oportunidad de estar de nuevo con sus familiares y descansar viejas lesiones.
"Uno que sabe de mecánica y con su camionetita pues mejor se la presta a los que están más jóvenes, ellos pueden cargar y estarse más tiempo en el trabajo...no tengo ni pensión ni nada, con ese dinero me alcanza para sobrevivir nada más".
FUTURO INCIERTO
Margarito sabe que debido al modelo y uso que su camioneta ha recibido no le queda mucho tiempo para que deje de funcionar, al no contar con ahorros o edad para volver al trabajo de campo no sabe qué le espera dentro de los próximos años.
"Tengo hijos pero tampoco tienen dinero para mantenerme, ellos tienen sus gastos y ni modo de pedirles...lo que puedo hacer es vender la camioneta y vivir del poco dinero que me den, después no sé".
Ya pasa del mediodía cuando el productor que rentó su camioneta llega con el pago mensual, sin embargo Margarito sólo recibió la mitad por las "ventas flojas".