El viernes se anunciaron los ganadores del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011. Horas más tarde, la buena noticia era empañada por otra: fallecía uno de los ganadores del galardón: Daniel Sada.
Autor de novelas como Porque parece mentira la verdad nunca se sabe, Albedrío y Casi nunca, Sada creció en Sacramento, Coahuila. Varias veces hablamos aquí de su obra, de cómo los dichos, los espacios y las costumbres coahuilenses se perciben en sus libros: del corrido de Rosita Alvírez a los lonches de carne adobada; de las tardes en la pizca a los fraudes electorales orquestados en un hipotético estado del norte de México cuya capital se llama Brinquillo.
Aunque ya no vivía en Coahuila, Sada tenía sus estrategias para permanecer cerca de nuestro estado. Le atraían el desierto y la vida rural del norte, y se esmeraba en contar las otras historias, las que están más allá de los gastados estereotipos en los que se nos ha encasillado: "Hoy por hoy el tema de los ranchos es de índole periférica, sólo por no ser materia urbana ni violenta", dice el narrador en la página 21 de Casi Nunca, novela que obtuvo el Prestigioso Premio Herralde. Gracias a él, ese tema periférico se convertía en un tema central: varias de sus novelas tienen como contexto el pueblo de Sacramento, donde se desarrolla la acción. Y muchos de sus cuentos tienen como escenario poblaciones de nuestro Estado: Nadadores, Charcos de Risa, el propio Torreón.
Varias veces conversamos: en las tortas de la calle Nuevo León en la Colonia Condesa, en la cafetería de la librería Bella Época, en las librerías de la Roma. Solía decir que no leía periódicos, que trataba de asilarse cuando estaba escribiendo, que no era de esos escritores que arman archivos e investigan. Un día le pregunté cómo había hecho entonces para construir Una de dos, novela que aborda las dificultades por las que pasan unas hermanas gemelas para establecer sus identidades. Le comenté que muchos de los conflictos que él plasma en la novela eran situaciones reales que enfrentamos quienes crecemos con un mellizo, seguro que para esa novela había tenido que investigar. Me dijo que para hacerla se basó en unas tías suyas, por supuesto, introduciendo variaciones a la realidad.
Así pues, quiero pensar que la literatura era para él una forma de volver a habitar un territorio perdido para siempre: el norte de su memoria, de su niñez. En una lectura pública, uno de los asistentes le preguntó qué significaba el desierto para él: "En el desierto no hay nada", dijo Sada: "trato de ir mucho allí, a los desiertos del norte, porque allí me siento lejos de todo, como si la vida estuviera ocurriendo en otra parte. Y ante el vacío nace la necesidad de crear".
LECTURAS PÚBLICAS, HOY
La talentosa actriz Francesca Guillén visita La Laguna para promover un programa de fomento a la lectura. Durante su visita ofrecerá tres lecturas: hoy lunes 21 de noviembre a las 19:00 horas en el Teatro Nazas (la entrada es libre), otra también hoy a las 11:00 de la mañana en la Cava del complejo "El Vergel" frente a jóvenes y niños de los ejidos El Vergel, Luján y poblaciones aledañas, y otra mañana martes 22 a las 11:00 de la mañana en el Teatro Isauro Martínez. Sé que ni estamos en el gota de uva ni es la hora de las complacencias, pero aprovecho para hacer a la actriz una petición: ¿podría leer en alguna de estas participaciones un fragmento de Daniel Sada? Sería una forma de homenajear al autor y de acercarnos a una obra literaria que nos retrata.